martes, 19 de marzo de 2013

Todos para Uno y Uno para todos. El monismo trascendentalista.


Toda realidad es forma, estructura. La pura materia como receptáculo o posibilidad de la forma (la “materia prima” aristotélica; la “energía” de los físicos) es inconcebible, pues ¿qué sería esa materia en sí, antes de recibir forma? No podría ser nada (no tendría “forma” de nada).
Si la materia en sí no es nada, la realidad no es una síntesis entre forma y materia (estructura y “relleno”, lo matemático y lo físico…), pues si la materia es nada, en nada puede contribuir a esa síntesis. Todo es forma (todo es estructura, todo es matemático…), como ya decían los pitagóricos, y algunos científicos actuales (como el que aparece en el siguiente video):


 Como se dice en el video: “(…) en el nivel más profundo de la realidad, nada es sólido, solo hay información, números adheridos a un conjunto de reglas que aún no entendemos (…). La única propiedad que tiene un electrón es un montón de números, los físicos tenemos nombres para ellos como espín o carga, pero en realidad son sólo números…”

Así que todo es forma (o fórmula). Pero esto también significa que todo lo real es codificable o traducible a información, es decir, explicable; o tal como decían algunos filósofos (pasados de moda): que “todo es racional”, que “ser y pensar son lo mismo”…Así pues, todo, además de forma, es una idea pensable.

¿Pero cuantas formas o ideas hay? Muchas, una por cada cosa o ser (pues las formas no son algo abstracto o general que luego se individualizan al materializarse –como la forma “ser humano” que al unirse a la materia daría lugar a Juan Pérez, Antonio García, etc.— ; si no hay materia, que no la hay, entonces Juan Pérez, Antonio García y todas las demás cosas individuales son también formas).

Ahora bien, si todo es forma: ¿cómo puede haber tantas formas distintas? ¿Qué las distinguiría unas de otras? ¿Otras formas? Esto no puede ser (es como si dijéramos que “todo es agua” y luego mantuviéramos que hay distintos tipos de agua: ¿Cómo distinguir o separar el agua del agua si todo es agua? ¿Con agua? Imposible).

Ahora bien, ¿son realmente muchas las formas o ideas? Observamos que las formas o ideas no constituyen un montón desordenado, sino un todo jerarquizado en el que las formas o ideas más fundamentales incluyen o comprenden a las menos fundamentales (tal como la forma o idea de “uno” incluye o comprende a la forma o idea de dos –“dos” no puede ser sin “uno”, pero “uno” sí puede ser sin “dos”—, o la forma o idea de Juan Pérez incluye a la forma o idea de su brazo o la de su primera comunión). Ahora: cuando una forma o idea incluye o comprende perfectamente a otra, esta segunda no puede ser realmente distinta de la primera. En eso consiste incluir o comprender: en unir (en descubrir como idéntico lo aparentemente distinto). Si yo, por ejemplo, comprendo perfectamente a alguien, lo hago parte de mí, lo convierto en una idea mía (o en una parte de mis ideas), lo hago lo mismo que yo. Así, desde la hipotética perspectiva de un conocimiento absoluto y perfecto solo podría haber una única forma o idea perfecta que incluyese o comprendiese a todas las demás, tan perfectamente que desapareciese la supuesta diferencia entre ellas… En conclusión: si todo es forma o idea, no puede haber (desde la perspectiva de un conocimiento perfecto) más de una forma o idea (es como decir: si todo es matemático, si llegáramos a un conocimiento matemático absoluto nos encontraríamos con una sola fórmula que incluyese o comprendiese a todas las demás –de hecho, esa única fórmula o ley final es el sueño confeso de la ciencia—).
 
Ahora: si no hay más que una forma o idea, ella no podrá ser forma o idea más que de sí misma, de manera que la idea que comprende a todas las demás es la idea de la idea, la forma de forma (el “ser que es”, diría el filósofo Parménides). Pero es que, además, esta idea estará tan absolutamente referida a sí misma, será tan transparente a su referencia, que se acabe por anular esa misma relación, y ésta se convierta en expresión de absoluta identidad. Así, la expresión de “idea de la idea” podríamos reducirla a “idea = idea” (o “forma de la forma” a “forma = forma”). Basta eliminar los miembros repetidos de la igualdad (que, por demás, representan una contradicción: lo mismo no puede estar en dos lugares a la vez) para quedarnos con la pura identidad (=). Así, para los filósofos más monistas y trascendentalistas, la realidad, el ser, es la Identidad misma, o como dicen a veces estos filósofos: lo Uno. No existe más que Uno.



¿Raro, eh? Pues a ver qué pega lógica le encontráis a esta lo(gi)ca teoría…

3 comentarios:

  1. Víctor, esto sí parece totalmente lógico. Yo a esto no le pongo ninguna pega.

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  2. Pues yo creo que las tiene, Marian. Las veremos. (Bueno, las puedes ir viendo en los apuntes). Por ejemplo, la que se dijo hoy en clase (Rodrigo tenía que ser :-)). Qué cómo siendo tan monistas como decimos que somos vivimos de forma tan dualista y tan atentos a la materia (yo, por ejemplo, estoy todavía en el instituto, muerto de hambre).

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  3. Yo sigo manteniendo lo que dije en clase,obviamente.

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