martes, 31 de mayo de 2016

¿Qué es la moral?


Porque el mundo nos parece, a veces, algo misterioso o absurdo, algo sin por qué ni para qué, nos preguntamos por lo que sea, en el fondo, LA REALIDAD. Porque nuestro mundo interior nos parece, también, algo enigmático y buscamos el sentido de la vida, nos preguntamos por el SER HUMANO. Porque tenemos la experiencia cotidiana del error y la falsedad, es por lo que nos preguntamos por la VERDAD. Y porque tanto el mundo como nosotros no siempre somos todo lo eficaces, felices, justos o perfectos que quisiéramos es por lo que nos preguntamos acerca de cómo vivir y convivir para ser mejores, es decir, nos preguntamos por lo BUENO y lo JUSTO. 

Qué sea, esencialmente, lo bueno y lo justo es el tema de la moral y la ética filosóficas. Es un tema que nos incumbe a todos, pues todos los seres humanos tenemos que decidir, constantemente, qué hacemos con nuestra vida. Los seres humanos somos seres abiertos; no nacemos con un programa de conducta cerrado; a cada momento tenemos que decidir qué es lo que vamos a ser. 


Dibujo de Saul Steinberg

Como no estamos locos, aquello que decidimos hacer será, siempre, lo que creemos que es más bueno para nosotros. Ahora bien, ¿qué es lo que de verdad es bueno para nosotros? Esta es la principal pregunta moral. 

Pero esta pregunta no nos la puede resolver el código genético, ni tampoco el código legal. Ni el instinto, ni las normas culturales son suficientes para determinar nuestra conducta. El instinto nos puede decir: "come, reprodúcete, defiéndete...", pero tu puedes elegir hacer huelga de hambre, o no tener hijos, o poner la otra mejilla al agresor... De otro lado, las normas y las leyes pueden establecer ciertas conductas: "no robar, obedecer a los mayores...", pero tú puedes elegir robar o desobedecer a cualquier otro que no seas tú mismo. 



Ni la naturaleza ni la cultura bastan. El ser humano tiene una mente demasiado inquieta. No puede dejar de hacerse preguntas, de cuestionar la validez de sus impulsos o de las normas que se le imponen, puede rebelarse, plantear alternativas, soñar y buscar constantemente algo mejor... En una palabra: el ser humano posee una dimensión moral



La palabra moral significa muchas cosas. Pero, sobre todo, significa estas dos: 

(a) La capacidad de los seres humanos para decidir libremente lo que les parece bueno para su vida y para actuar en consecuencia. En este sentido, la moral es una dimensión o competencia humana. 

(b) El conjunto de valores, principios y normas por las que un individuo o grupo establece lo que es aceptable o bueno, y lo que no lo es, y, por tanto, lo que se debe hacer y no hacer en determinado contexto cultural. En este sentido, la moral es un código de valores (con frases del tipo: "X es bueno") y de normas (con frases del tipo: "Debes hacer Y") que puede ser individual o colectivo (por ejemplo, el código moral de los cristianos, de los hippies, de la mafia, etc.), general o específico (por ejemplo, el código moral de los médicos, de los profesores, etc.). 






viernes, 27 de mayo de 2016

¿Cómo debemos comportarnos ante personas de otras culturas?

Hemos comprobado como diseñar una cultura no es tarea fácil. Casi todo lo que se proponga es discutible. Una de estas discusiones es la de la relación con otras culturas. Hoy en día, esta es una discusión muy importante, pues en el mundo en que vivimos la DIVERSIDAD CULTURAL es enorme. Y se impone como un hecho la convivencia de personas de distintas culturas en un mismo lugar (por efecto de la emigración y la inmigración), fenómeno al que se conoce como MULTICULTURALISMO. Pues bien, ¿cómo debemos afrontar la relación con personas de diferentes culturas que viven junto a nosotros? A esta cuestión se le suele responder de distintos modos. 


- ETNOCENTRISMO. La relación debe ser paternal, educativa, o incluso de imposición de nuestros valores y creencias, pues nuestra cultura (en este caso la española o, mejor, la europea u "occidental") es manifiestamente superior a las demás. Esta posición puede conducir, en ciertos casos, a la XENOFOBIA y el RACISMO, que son actitudes de negación y desprecio absoluto de culturas diferentes a la nuestra.

- RELATIVISMO. La relación debe ser de tolerancia absoluta, pues ninguna cultura es superior a otra, todas son diferentes. Las creeencias o costumbres de otras culturas nos pueden parecer buenas o malas, pero esta valoración responde a lo que nosotros creemos que es "bueno" y "malo" y estas creencias solo son válidas para nosotros, no para aquellos que juzgamos. 
A ellos les puede parecer "malo" lo que para nosotros es "bueno" y al revés, y están en su legítimo derecho, pues no existen criterios universales acerca de lo bueno y lo malo. Así que debemos respetar o tolerar las creencias y costumbres de todas las culturas.

- INTERCULTURALISMO. La relación debe ser de diálogo. Las creencias y costumbres de cada cultura pueden y deben ser juzgadas como buenas o malas, respetables o no, pero esta valoración debe proceder del reconocimiento mútuo, a través del diálogo, de lo que esta "bien" y "mal" para todos. 
Tal vez no podamos entendernos en todo, pero al menos debemos proponer unos mínimos morales en los que todos (seamos de la cultura que seamos) estemos convencidos.


UNIVERSALISMO. La relación debe ser, también, de diálogo racional. Y el objetivo no es simplemente llegar a unos mínimos morales reconocidos por todos, sino incluso alcanzar algo parecido a una "cultura universal" en la que todos aceptemos racionalmente unos mismos valores y unas mismas costumbres, estructuras políticas, sociales, económicas, etc. (que serán las que la razón demuestra como las más adecuadas a los seres humanos).


Estas son, creo, las cuatro posiciones posibles en torno al problema. ¿CUÁL ES LA MÁS ADECUADA A VUESTRO JUICIO?



* La imagen reproducida en cuarto lugar es una obra del artista CESÁREO GARCÍA CASTILLO

domingo, 8 de mayo de 2016

Crónica de la excursión al Museo Vostell y al Womad


Conociendo a Marifé, nuestra guía en el Vostell



Arte y naturaleza.


Miradas


Los amigos se apoyan

El despertar.



Hombre lanudo con falo (Anónimo)


¿Por qué el juicio entre Pilatos y Jesús duró solo dos minutos? (W. Vostell, 1996)




¿Qué es el arte?


Encuentros




Ensayando la coreografía


Preparados para flipar.







Flipando


Perro estilo Womad




Lara en procesión


Buen rollito.



Las fans-tasticas





Tango callejero





Esperando en la plaza. Ángela estaba desesperada...




El genial cantante de los Osaka Monaurail

¿Qué me estás contando?

La tribu de 1º G

Raúl Cantizano, guitarrista del Niño de Elche

Hacer el Womad, y no la guerra!!










































































































martes, 3 de mayo de 2016

El animal "obsexo".


El ser humano parece un animal especialmente predispuesto y dotado para el sexo. Las razones para esta “hipersexualidad” parecen claras. Según algunos antrópologos, dado el prolongado embarazo de la hembra humana, así como los largos años de constantes cuidados que requieren sus crías, una mujer sola tendría menos probabilidades de sacarlas adelante que otra apoyada por uno o más machos adultos. ¿Como consigue la hembra el apoyo constante del macho? Fácil. ¡Ofreciéndole sexo! No parece casual que las hembras humanas sean las únicas que no tienen celo (están siempre receptivas), o que disponen de rasgos físicos permanentes cuya única función es la de servir de estímulo sexual: los senos (siempre hinchados), el grosor de los labios, etc. (A esto hay que añadir los rasgos aniñados típicamente femeninos -menor tamaño, ausencia de vello, voz aguda-- que en los mamíferos parecen despertar un cierto "instinto" de protección y ternura).


El uso del sexo como instrumento de cohesión “intra-familiar” fue seguramente usado, a la vez, como instrumento de cohesión “inter-familiar”: los vínculos sexuales duraderos entre miembros de distintos grupos (los hijos de uno se unen a los hijos del otro grupo) aseguraría una mayor cooperación entre ambos y, eventualmente, la creación de grupos sociales más amplios (para algunos antropólogos, la prohibición del incesto y la obligatoriedad de la exogamia está en el origen de la sociedad y la cultura). Todo esto representa una gran ventaja adaptativa, dado el valor del "trabajo en equipo" en tareas que, como la caza, la defensa, etc., fueron decisivas para nuestra supervivencia.

El sexo es, por tanto, esencial para los humanos, sobre todo, como medio para asegurar la cooperación en tareas que, como la crianza y la búsqueda de recursos, son especialmente costosas para un solo individuo.

Y sin embargo, el sexo es una de las cosas que más tabúes y normas represivas acumula en muchísimas culturas. Por ejemplo: la virginidad prematrimonial que se exige a veces a la mujer. O, directamente, la limitación de su placer sexual (para eso parece practicarse la ablación de clítoris). O el valor que se da a la castidad y la contención sexual (y la culpabilización de la expresión desinhibida de la sexualidad: se tacha con desprecio a ciertas personas de obsesos, ninfómanas, adictos al sexo, etc.). 
O la prohibición de la homosexualidad (que aunque no sirve a la reproducción, sí a la creación de lazos cooperativos entre personas). O las sospechas morales que despierta todo lo vinculado al erotismo, o al comercio sexual (la prostitución, la pornografía, etc.). O la “protección” a los menores de todo lo relativo al sexo (incluso de la información más básica relativa al mismo). Etc., etc...

¿POR QUÉ CREES QUE HAY TANTOS TABUES, NORMAS REPRESIVAS Y TANTA CULPABILIZACIÓN MORAL EN RELACIÓN AL SEXO?


(Gracias a Juan Antonio Negrete por las dos primeras fotos. Os recomiendo también en su blog Cavernisofía, la entrada "Tertulia quinta (pentertulia). El sexo ¿la naturaleza prohibida?")

¿Quién te crees que eres, animal?


¿Eres un animal que todo lo haces por afán de sobrevivir y reproducirte (¡siempre pensando en lo mismo!)? ¿No es eso la gente? ¿No es cierto que vive para trabajar para vivir y para tener hijitos que hagan lo mismo, como las abejas o las ovejas? ... Bueno, también para triunfar y tener poder, claro, como pasa en cualquier manada de monos. Decía alguien (y esto va por los machos) que la vida es, en el fondo, no más que una lucha por la hembra. Decía otro (y esto va por las hembras) que una mujer no se realiza del todo si no atiende la ancestral llamada de su instinto maternal. ¿Es que acaso no es así?

Bueno, hay que reconocer que los animales humanos hacen otras cosas muy raras: cultivan la tierra, fabrican tractores e inodoros, mandan a sus crías a la universidad, mueren por defender a su patria, y adoran ídolos de madera durante las ceremonias religiosas (Y el colmo de la rareza: !Les da por discutir sobre todo esto en blogs como este!...). Si que es raro, sí. Pero hay que reconocer que algunos animalitos también fabrican sus utensilios (como esos chimpancés tan monos que convierten ramitas de árbol en cañas de pescar termitas), y que educan a sus criaturas (para que sean buenos cazadores), y que luchan y mueren por defender su patria (quiero decir su territorio), y que... Bueno lo de la religión y la filosofía, no sé, quizás todavía no hablan de esas cosas, pero hablar sí que hablan, con su propio lenguaje, y hasta cantan, como nosotros, cuando no tienen nada mejor que hacer. Si no escuchad...


  Solemos pensar que sólo nosotros somos buenos o malos, que sólo nosotros tenemos "moral". Pero todo el mundo sabe que las gacelas y bichos así (así de sociales, como nosotros) se sacrifican generosamente por la manada cuando es menester: viene el león, y las gacelas más viejas parece que se dejan comer para que huyan las más jóvenes. ¿No es para ponerles un monumento o el nombre de una calle?.. Hombre, es verdad que no son libres para elegir si lo hacen o no. ¿Pero acaso nosotros lo somos? ¿Quién duda que seamos mecanismos biológicos producto de la evolución natural y, como tal, obligados a comportarnos tal y como lo hacemos? Simplemente, no nos damos cuenta de esto, y creemos (ingenuamente) que somos libres...



Y en el colmo de la soberbia más antropocéntrica decimos que sólo nosotros pensamos y tenemos consciencia. ¿Habrase visto? ¿Es que un pobre caballo no calcula y compara la altura de la cerca que ha de saltar antes de hacerlo? ¿Por qué se para, si no, ante las que cree que no puede saltar? ¿No tiene, entonces, el caballo consciencia de su cuerpo y de sus fuerzas?...

Así que: somos animales, todo lo complicados que queráis, pero animales. Somos un cuerpo con un cerebro hipertrofiado cuya principal función es informarnos, a través de las sensaciones, de cómo es el mundo al que tenemos que adaptarnos. Y lo que nos va, como a todo animal, es vivir. Y alimentarnos, y juguetear, y poseer todos los recursos posibles compitiendo por ellos, y ser los más fuertes. Y, antes de acabar, entregarnos a la placentera tarea de reproducirnos (eso que los cursis llaman amor, cuando quieren decir sexo)... ¿O no?



¿Qué dices? ¿No estás de acuerdo? ¿Hay algo en tí que no obedezca en el fondo a los mismos mecanismos y leyes biológicas que dirigen la conducta de los monos o los abejorros? ¿Eres un animal o no? ¿Qué puedes hacer que no pueda llegar a hacerlo un bicho (aunque sea en un grado mínimo)? Piénsalo.

lunes, 18 de abril de 2016

¿Pero quién te crees que eres, hombre?


Para mí que hay cuatro maneras de definir al hombre, es decir, cuatro creencias antropológicas básicas acerca de lo que somos.

Las dos primeras (a las que podemos llamar, en general, antropologías materialistas) conciben al hombre como un ser fundamentalmente biológico y cultural. Desde su perspectiva somos no más que animales sociales.

Para la primera (el naturalismo antropológico) toda conducta humana debe poder explicarse en función de leyes naturales (físicas, químicas, biológicas y psicológicas); incluso la conducta social y cultural obedecería a leyes puramente biológicas (pues desde esta perspectiva la sociedad y la cultura son también fenómenos naturales propios de animales sociales como el hombre). 




Para la segunda (el culturalismo antropológico) muchas conductas humanas (la forma de adornarse, los rituales religiosos, las creencias de todo tipo…) solo parecen explicarse desde leyes, reglas, normas, patrones de conducta socio culturales e históricos. Así que el hombre sería una mezcla entre lo natural (común a la especie) y la cultura en que se ha educado (distinta para cada sociedad y época).



Las otras dos formas de definir al hombre (a las que podríamos llamar, en general, antropologías espiritualistas) lo conciben como un ser fundamentalmente moral y racional. Desde esta perspectiva, los seres humanos nos caracterizamos como personas morales y racionales.

Para la primera (a la que no sé como llamar, voluntarismo o moralismo antropológico o algo así) el hombre se caracteriza por ser capaz de comportarse contraviniendo sus instintos (las leyes biológicas) e incluso las normas de su cultura, por ejemplo cuando sacrifica su vida por una idea o cuando se opone a las costumbres de su sociedad. Parece que, en estos casos, su conducta está guiada por leyes o principios morales distintos tanto de las leyes naturales como de las leyes o pautas culturales. El hombre es, pues, un ser moral, capaz de moverse por principios incluso por encima de sus intereses biológicos y su educación cultural. (Aquí en los videos tenéis dos ejemplos clarísimos de esto)







Para la segunda (a la que podríamos llamar racionalismo antropológico), lo que caracteriza al ser humano es el tipo de conducta que busca el conocimiento, la verdad, más allá de que esto sea o no útil para la supervivencia, la reproducción, etc., más allá de las creencias particulares de cada cultura, y más allá de las leyes o principios morales (pues estos mismos sólo pueden basarse en el conocimiento de lo que es verdaderamente bueno y justo)…



Así pues (resumo) habría cuatro definiciones básicas del hombre:
(a)   El hombre es un ser natural,  un animal especialmente complejo, pero nada más que un animal.
(b)    El hombre es un ser cultural, entendiendo a la cultura como algo diferente a la naturaleza (aunque emerja a partir de ella).
(c)   El hombre es un ser moral, libre, capaz de imponer su voluntad sobre los instintos y sobre toda norma cultural.
(d)   El hombre es un ser racional, capaz de someter todo su comportamiento (natural, cultural, moral) a criterios lógicos o racionales.

Si alguien encuentra una definición que crea verdadera y que no encaje con ninguna de estas cuatro me hará un hombre nuevo... Ahora, supuestas estas cuatro, ¿cuál creéis que es la más correcta?  Para saberlo os sugiero que antes contestéis a las siguientes preguntas:

(1) ¿Es toda nuestra conducta cultural, moral y racional explicable como un producto de la evolución de nuestra especie? Si la respuesta es “sí”, la definición correcta es (a).
(2) ¿Es lo cultural algo cualitativamente distinto de lo natural (aunque lo cultural emerja de lo natural)? ¿Son la moral y el conocimiento (es decir, la bondad y la verdad) relativos a cada cultura, de manera que lo bueno y lo verdadero dependen de cada sociedad, época e individuo (no son universales)? Si la respuesta es “sí” a ambas preguntas, la definición correcta es (b).
(3) ¿Es la moral (lo bueno y malo) algo distinto de "lo que conviene/no conviene" a la especie, o de lo que nos han enseñado como "bueno/malo" en nuestra cultura? ¿Es imposible averiguar lo que es bueno y malo por medios puramente lógicos o racionales? Si la respuesta es "sí" a ambas preguntas, la definición correcta es (c).
(4) ¿Es nuestro conocimiento racional del mundo y de nosotros mismos lo que justifica que califiquemos algo como “bueno”, que aceptemos o no las normas culturales y que sigamos o no nuestros instintos? Si la respuesta es “sí”, la definición correcta es (d).


¿Qué pensáis vosotros? ¿Cuál de las cuatro definiciones de ser humano es la correcta? (Supuesto que no haya otra, distinta de esas cuatro, que sea la verdadera)












Todos para Uno, y Uno para Todos. El monismo trascendentalista.


Toda realidad es forma, estructura. La pura materia como receptáculo o posibilidad de la forma (la “materia prima” aristotélica; la “energía” de los físicos) es inconcebible, pues ¿qué sería esa materia en sí, antes de recibir forma? No podría ser nada (no tendría “forma” de nada).

Si la materia en sí no es nada, la realidad no es una síntesis entre forma y materia (estructura y “relleno”, lo matemático y lo físico…), pues si la materia es nada, en nada puede contribuir a esa síntesis. Todo es forma (todo es estructura, todo es matemático…), como ya decían los pitagóricos, y algunos científicos actuales (como el que aparece en el siguiente video):


 Como se dice en el video: “(…) en el nivel más profundo de la realidad, nada es sólido, solo hay información, números adheridos a un conjunto de reglas que aún no entendemos (…). La única propiedad que tiene un electrón es un montón de números, los físicos tenemos nombres para ellos como espín o carga, pero en realidad son sólo números…”

Así que todo es forma (o fórmula). Pero esto también significa que todo lo real es codificable o traducible a información, es decir, explicable; o tal como decían algunos filósofos (pasados de moda): que “todo es racional”, que “ser y pensar son lo mismo”…Así pues, todo, además de forma, es una idea pensable.

¿Pero cuantas formas o ideas hay? Muchas, una por cada cosa o ser (pues las formas no son algo abstracto o general que luego se individualizan al materializarse –como la forma “ser humano” que al unirse a la materia daría lugar a Juan Pérez, Antonio García, etc.— ; si no hay materia, que no la hay, entonces Juan Pérez, Antonio García y todas las demás cosas individuales son también formas).

Ahora bien, si todo es forma: ¿cómo puede haber tantas formas distintas? ¿Qué las distinguiría unas de otras? ¿Otras formas? Esto no puede ser (es como si dijéramos que “todo es agua” y luego mantuviéramos que hay distintos tipos de agua: ¿Cómo distinguir o separar el agua del agua si todo es agua? ¿Con agua? Imposible).

Ahora bien, ¿son realmente muchas las formas o ideas? Observamos que las formas o ideas no constituyen un montón desordenado, sino un todo jerarquizado en el que las formas o ideas más fundamentales incluyen o comprenden a las menos fundamentales (tal como la forma o idea de “uno” incluye o comprende a la forma o idea de dos –“dos” no puede ser sin “uno”, pero “uno” sí puede ser sin “dos”—, o la forma o idea de Juan Pérez incluye a la forma o idea de su brazo o la de su primera comunión). Ahora: cuando una forma o idea incluye o comprende perfectamente a otra, esta segunda no puede ser realmente distinta de la primera. En eso consiste incluir o comprender: en unir (en descubrir como idéntico lo aparentemente distinto). Si yo, por ejemplo, comprendo perfectamente a alguien, lo hago parte de mí, lo convierto en una idea mía (o en una parte de mis ideas), lo hago lo mismo que yo. Así, desde la hipotética perspectiva de un conocimiento absoluto y perfecto solo podría haber una única forma o idea perfecta que incluyese o comprendiese a todas las demás, tan perfectamente que desapareciese la supuesta diferencia entre ellas… En conclusión: si todo es forma o idea, no puede haber (desde la perspectiva de un conocimiento perfecto) más de una forma o idea (es como decir: si todo es matemático, si llegáramos a un conocimiento matemático absoluto nos encontraríamos con una sola fórmula que incluyese o comprendiese a todas las demás –de hecho, esa única fórmula o ley final es el sueño confeso de la ciencia—).
 
Ahora: si no hay más que una forma o idea, ella no podrá ser forma o idea más que de sí misma, de manera que la idea que comprende a todas las demás es la idea de la idea, la forma de forma (el “ser que es”, diría el filósofo Parménides). Pero es que, además, esta idea estará tan absolutamente referida a sí misma, será tan transparente a su referencia, que se acabe por anular esa misma relación, y ésta se convierta en expresión de absoluta identidad. Así, la expresión de “idea de la idea” podríamos reducirla a “idea = idea” (o “forma de la forma” a “forma = forma”). Basta eliminar los miembros repetidos de la igualdad (que, por demás, representan una contradicción: lo mismo no puede estar en dos lugares a la vez) para quedarnos con la pura identidad (=). Así, para los filósofos más monistas y trascendentalistas, la realidad, el ser, es la Identidad misma, o como dicen a veces estos filósofos: lo Uno. No existe más que Uno.



¿Raro, eh? Pues a ver qué pega lógica le encontráis a esta lo(gi)ca teoría… (Para saber más sobre las objeciones al trascendentalismo podéis pulsar aquí)

¿Uno y uno son realmente dos? Los problemas del dualismo.


Hay  gente muy extraña (aunque sean casi todos) que piensan que no todo puede conocerse pensando, es decir: que algunas cosas hay que verlas (o experimentarlas con los sentidos) para saber cómo son. Ya sabéis: que los ciegos (de nacimiento) no pueden saber lo que es el color azul, por mucho que tú se lo expliques (porque hay cosas, claro, que no tienen explicación, aunque, aún así, uno sepa muy bien lo que son). 

En otras palabras, hay gente que cree que hay dos formas distintas de conocer: de un lado, la razón (las ideas, las matemáticas...), y del otro, los sentidos (los experimentos, las ciencias empíricas...). Estos mismos creen, en consecuencia, que hay DOS CLASES DE REALIDAD: la que se piensa y la que se ve, la que se concibe con fórmulas y la que se experimenta con los sentidos, la FORMA o estructura de las cosas (esa que es fija en el tiempo, incorpórea e indivisible), y la MATERIA de las cosas (esa que cambia en el tiempo y que ocupa espacio). A los que creen esto se les llama DUALISTAS. 

Naturalmente, hay dos tipos de dualismo. Aquél que considera que lo más fundamentalmente real es la forma o estructura de las cosas (pero que éstas no son plenamente reales sin ese “relleno” inexplicable -solo visible- que es la materia). Y aquél otro que afirma que lo más real es la materia (pero que esta no puede ser nada, ni se la puede conocer, sin una estructura que le de forma –una forma que emerge inexplicablemente de la materia--). Pero en ambos casos, el dualismo (sea "inmanentista" o "trascendentalista") presenta los mismos problemas:

  1. ¿Cómo puede haber dos realidades diferentes? La diferencia entre ellas no podría ser real (pues entonces no podría diferenciarlas, igual que algo rojo no puede diferenciar dos tonos de rojo diferentes). El mismo dualista se contradice, sin querer, cuando dice que, en realidad (es decir en la única realidad que cabe concebir) hay dos realidades... Dicho más abstractamente: el dos es imposible, pues uno y uno son la misma cosa (y no dos).
  2. Suponiendo que hubiera dos realidades distintas, ¿cómo podrían relacionarse entre sí? ¿Cómo lo que es temporal y corpóreo (lo material) puede relacionarse con lo que no cambia en el tiempo ni ocupa espacio (lo formal)? ¿Qué diablos tienen que ver un tío haciendo footing con las leyes del movimiento? ¿Qué tienen en común una explosión atómica y una ecuación? Diríase que nada. Pero, entonces, ¿cómo pueden relacionarse realidades que no tienen nada en común?
  3.  Los problemas no son menos si el conocimiento tiene (como afirma el dualista) dos vías irreducibles la una a la otra (la experiencia y el razonamiento), pues ¿cómo reconocemos esa distinción -con la experiencia o con la razón-? ¿Y cómo es que las dos vías proporcionan igualmente conocimiento siendo tan distintas? ¿Pueden, de hecho, separarse (por ejemplo: podemos experimentar con los sentidos algo de lo que no tengamos, previamente, la idea en el pensamiento)?
  4. Todo dualismo ha de suponer que la realidad es, en parte (la parte de la materia), inexplicable por la razón (a lo sumo es experimentable por los sentidos). Es decir, que parte de la realidad no podemos reducirla a idea o concepto (tan solo a “visión” intraducible a un ciego). Esto significa múltiples problemas: si la realidad es en parte racional y en parte no, ¿qué de racional -o de irracional- tiene esa distinción? Si la distinción es racional, todo es racional (si comprendemos qué es lo supuestamente incomprensible, nada hay realmente incomprensible). Si no es racional la distinción, nada es racional. Así que, no es posible que  la realidad sea en parte racional y en parte no.
  5. Podemos decir lo anterior de otro modo: en la medida en que el dualista admite comprender que hay dos realidades, lo comprende con una misma lógica (con una misma mente, la suya). Luego, lógicamente, no hay diferencia ninguna entre estas dos realidades (todas sus diferencias, si las hubiera, serían ilógicas, o a-lógicas). 
AHORA: ¿ES POSIBLE SEGUIR SIENDO DUALISTA? ¿QUÉ NOS QUEDA ENTONCES? ¿TIENE SOLUCIÓN EL PROBLEMA DE LA REALIDAD...?

Razones para creer en el "más allá". El trascendentalismo filosófico.


Para muchos cavernícolas no hay otra realidad que esta que ven (o que creen que ven, o que creen que creen que ven, o...). Se trata del misterioso "más acá". Los que creen tamaña cosa (prácticamente todo el mundo, científicos y buena parte de los filósofos incluidos) afirman que la realidad consiste en el conjunto de las cosas y procesos físicos y psíquicos observables (si es que los psíquicos no son también eventos físicos reducibles, todos ellos, al funcionamiento del cerebro). No hay más que eso: el universo. La caverna del mundo que observamos (y la caverna interior, la de la mente, si es que no son una y la misma). Ahora bien: ¿Será esto cierto? ¿Cómo no ha de serlo? Pensemos. 

Supongamos que existen las cosas del "más acá". Todas ellas están en el espacio y el tiempo (esa es la definición de "más acá": lo que está en algún aquí y ocurre durante algún ahora). Ahora bien: para que estas cosas (o procesos, o eventos, o lo que sea) sean cosas (o procesos, eventos, o lo que sea) han de poseer cierta unidad e identidad. Es lógico. Han de ser una cosa (sean la que sean: una lombriz, un girasol, un átomo), y han de ser idénticas a sí mismas, e identificables como tales, como lo que son. ¿Quién se atrevería a discutir esto? Pero es ahora cuando aparecen los problemas. 


Para poder ser lo que son (para tener unidad e identidad) las cosas necesitan un cierto límite (digamos, espacial) y una cierta permanencia o constancia en el tiempo. Necesitan, por decirlo así, de una especie de "estructura" que resalte su identidad sobre el espacio y que resista durante un cierto tiempo al paso del tiempo. Y ahora viene lo más extraño. Dado que esta "estructura" (o "esencia", o "forma" como dicen a veces los filósofos) ha de DISTINGUIR a la cosa del espacio y el tiempo, dicha estructura ha de ser ella misma DISTINTA del espacio y el tiempo, es decir: incorpórea e intemporal. Pensad que si esta estructura fuese ella misma espacio temporal, necesitaría tanto como las cosas de algo (otra estructura) que las delimitase y fijase en el espacio y el tiempo. Y así una y otra vez, hasta el infinito...


Atención, pregunta: ¿En qué consiste esta estrafalaria “cosa” (estructura, esencia, forma...) ajena al espacio y al tiempo? ¿Dónde está? ¿En qué sentido ocurre? Fijaos que no puede estar en ningún sitio (pues carece de espacio), ni puede ocurrir en ningún momento (pues carece de tiempo)… ¿Entonces?...

Algunos filósofos han pretendido demostrar que esta extraña “estructura” no es más que una suerte de “regularidad” en el comportamiento de las cosas físicas. Pero una “regularidad” consiste en una misma manera de suceder de algo, y esa misma manera, ¿qué es sino un “patrón” o estructura sobresaliente al tiempo y destacable en el espacio?.. Otros han querido pensar que tales estructuras no son sino conceptos producidos por la mente. ¿Pero cómo podría la mente, que es un conjunto de procesos temporales, crear algo tan diferente de sí misma –es decir: algo tan absolutamente carente de temporalidad— como son estas extrañas  "estructuras"? Imposible. Esto ha conducido a otros tantos filósofos a reconocer que EXISTE EL “MÁS ALLÁ”, es decir, que esas “estructuras” (esencias, formas, Ideas...) existen más allá de las realidades espacio temporales. Y que tales formas son las que prestan identidad al resto de las cosas, y también las que permiten conocerlas (formalizarlas con conceptos, describirlas mediante leyes y fórmulas)… Y que incluso si no existieran cosas físicas o psíquicas a las que dar estructura o forma, dichas estructuras (esencias, formas o ideas) continuarían existiendo igual, en ese más allá al que pertenecen (Pues: ¿cómo podría afectarle que el mundo del "más acá" existiera o dejara de existir?). ¿Raro, eh? ¿Pero podemos reprochar algo a todos estos argumentos?



A estos filósofos, por cierto, que admiten la realidad independiente de estas estructuras o formas, podemos denominarlos, en general, trascendentalistas, pues trascendente es la condición de todo aquello que no pertenece al dominio del espacio y el tiempo.