martes, 29 de enero de 2013

¿Quién es más real: Cervantes o Don Quijote?



¿Quién es más fundamentalmente real: Cervantes o Don Quijote? ¿Quién depende de quién? Unos dirán que Cervantes es más real ¡Claro, porque sin Cervantes no hubiera existido Don Quijote! ¿No?.. ¿Pero por qué no pensar que Don Quijote sea el más real? Al fin y al cabo Don Quijote es un personaje mucho más determinante e influyente que su oscuro autor. Casi podríamos decir que  Cervantes “existe” aún hoy gracias al Quijote. Además, si Cervantes no hubiera escrito el Quijote, ¿no podría haberlo hecho otro? ¿Es el Quijote una invención o un descubrimiento? (En "Pierre Menard, autor del Quijote", un cuento de Borges, se narra el caso de un escritor que, sin copiarlo, escribe de nuevo el Quijote, así, porque "le sale igual").


Veamos otro caso: ¿qué es más real: Darwin o las leyes de la evolución natural? De nuevo, unos dirán que Darwin es más real que sus leyes. Pero otros podrían decir justo lo contrario: que las leyes evolutivas son más reales que Darwin, pues tales leyes no sólo explican el hecho de la existencia de Darwin y su descubrimiento, sino, más aún, causan o determinan realmente que tales hechos (Darwin y sus descubrimientos) existan...

Pensemos un momento en este caso. ¿Qué es la evolución? La evolución es como un “mecanismo” generador de hechos y seres orgánicos. Ahora bien: ¿es un hecho orgánico o simplemente físico ella misma? Si lo fuera tendría que evolucionar o cambiar (como evolucionan o cambian los hechos físicos), y ocupar un espacio y tiempo concretos (como pasa con los hechos físicos). Pero esto no es verdad. La evolución no evoluciona ni cambia (siempre es descrita por las mismas leyes invariables). Ni ocupa un espacio y tiempo concretos, sino muchos a la vez (tantos como lugares y momentos en los que hay un ser vivo evolucionando o cambiando) sin que cambie en nada (en todos ellos es la misma y es explicada por las mismas leyes).
Por eso, si la evolución no es un hecho biológico ni físico, tiene que ser otra cosa. Algo así como lo que da cierta “forma” fija a los cambiantes hechos biológicos... Ahora bien, si esto fuera cierto ocurriría algo rarísimo, habría como dos tipos de realidades: los hechos (las cosas que pasan en el espacio y el tiempo), y "eso" que da forma a los hechos y que no ocurre en ningún lugar ni momento concreto (gracias a lo cual puede dar la misma forma a multitud de hechos físicos en distintos lugares y momentos). La evolución (y la ley que la describe) sería, así, algo tan incorpóreo como Don Quijote, pero desde luego no por eso algo irreal (todo lo contrario, de la evolución depende la existencia de muchísimas cosas que llamamos reales)...


¿Quiere todo esto decir que hay realidades (como la evolución o Don Quijote) que existen fuera del espacio y el tiempo? ¿Hay un mundo distinto a este que vemos en el que “revolotean” la evolución y sus leyes, o los Quijotes, a la espera de que algún Darwin o Cervantes los descubra? ¿Qué mundo de hadas o fantasmas sería ese?...

 ¿Qué PIENSAS TÚ? Intenta pensar en estas dos cuestiones, y a ver qué se te ocurre:
1. ¿Qué es más real, Mozart o la música que dejo compuesta? ¿Por qué?
2. ¿Qué es más real, Charles Darwin o la Teoría de la evolución? ¿Qué o quién depende de qué o quién?

viernes, 25 de enero de 2013

¿Cómo es que la ciencia carece de fundamento científico?


La ciencia puede explicar muchas cosas, pero ni puede explicarse a sí misma, ni puede explicar aquello en lo que se apoya para explicar todo lo que explica. La razón es que ni la ciencia misma ni sus fundamentos son de la misma naturaleza que los objetos estudiados por el científico. Dicho de otro modo: la física, por ejemplo, no puede explicarse a sí misma porque la propia física no es un fenómeno físico (ni la biología un evento biológico, ni la psicología un mero producto de la mente, ni la historia algo simplemente histórico...) 

Veamos esto con más detalle. Las ciencias tienen como objeto de estudio a la naturaleza (las ciencia naturales) o a la cultura (las ciencias humanas); pero para tratar su objeto han de emplear reglas lógicas y  criterios epistemológicos (que informen acerca de cómo debe ser el conocimiento científico). Deben asumir también presupuestos ontológicos (acerca de cómo debe ser la realidad para poder ser explicada o descrita por la ciencia). Y tienen, por último, que partir de ciertas nociones "primitivas"  correspondientes a cada una de las ciencias (por ejemplo, la noción de energía, los físicos; la noción de organismo, los biólogos; la noción de mente o individuo los psicólogos, las nociones de tiempo y de cultura los historiadores, etc.). Ahora bien: ¿cuántas de estas reglas, criterios, presupuestos ontológicos y nociones "primitivas" son explicables por la misma ciencia que los usa y aplica? Respuesta: ninguno; ni puede explicarlos ni podrá jamás (y en esa imposibilidad radica su propia condición de ciencia particular).

De entrada, ninguna ciencia particular puede explicar las reglas lógicas con las que opera el científico cuando razona. Por la simple razón de que tales reglas no son cosas físicas, biológicas, psicológicas, lingüísticas ni históricas. Si lo fueran perderían su entidad y validez como reglas. Si la lógica, por ejemplo, fuera un evento físico (de carácter cerebral quizás), estaría sujeta a condiciones particulares y espacio-temporales, con lo que las propias leyes lógicas podrían cambiar a cada momento (no valdrían como leyes), y, por su particularidad, carecerían de la trascendencia o generalidad necesaria para poder ser aplicadas, a la vez, a todo proceso de razonamiento particular. De modo semejante las reglas o criterios del conocimiento científico, si pretenden ser válidos y útiles, no pueden ser parte de aquello mismo que se conoce correctamente en virtud de ellos (¿Bajo qué reglas sería legítimo el conocimiento de esas mismas reglas? ¿Es científicamente demostrable el modo científico de demostrar?). Exactamente igual con respecto a los supuestos ontológicos. Ningún físico, por ejemplo, puede demostrar física o experimentalmente que la realidad es física (de entrada no lo son las propias leyes físicas, ni las nociones teóricas que el físico emplea). Ni matemático alguno puede demostrar matemáticamente que el mundo es matemático (ni responder matemáticamente a cuestiones acerca de la naturaleza de los números o de la matemática misma). Ni el historiador demostrar que todo lo humano está sujeto a la historia (esto mismo que dice no podría estarlo, por ejemplo). Etc. Por último, las nociones más primitivas de cada campo científico (energía, organismo, mente, tiempo, número, etc.) son imposibles de definir en el propio contexto científico en que se usan (justo por eso se les llama "primitivas": no hay, por ejemplo, ninguna otra noción física lógicamente anterior para poder definir con ella lo que sea la "energía" sin incurrir en circularidad).

Pero la ciencia no solo es incapaz de explicar científicamente sus fundamentos (lógicos, epistémicos, ontológicos, axiomáticos), sino también a sí misma. La física (por ejemplo) no es un objeto físico. Nada de lo que encontremos en un tratado de física es físico. Las leyes físicas no podrían ser objetos o sucesos particulares (si a la vez determinan la generalidad de los sucesos). Sería absurdo pensar que la ley de la gravedad pesa, o que el espacio ocupa algún espacio, o que el propio tiempo es temporal, o la velocidad veloz, o que la ley de la evolución muta y evoluciona según las pautas inmutables que ella misma establece. Lo mismo con el resto de las ciencias. Las leyes de la historia que pretende descubrir el historiador no pueden ser también históricas (y cambiar históricamente a la vez que se mantienen como las leyes que explican su propio cambio). Ni las leyes del psicólogo  podrían ser fenómenos psicológicos particulares y cambiantes a la vez que se sostienen como explicación universal e inmutable de esos mismos fenómenos y cambios...

En suma, podríamos decir que cada ciencia es como un “foco” que alumbrara cierta parte de la realidad, pero que, a su vez, fuera incapaz de enfocarse a sí mismo: a sus propios "engranajes" o fundamentos, a aquello mismo que genera su luz... Ahora bien: si la ciencia no puede ocuparse científicamente ni de sus propios fundamentos ni de sí misma, tendríamos que pensar en algún saber más fundamental que se ocupe de esto (un foco de focos). Según algunos, este saber (o proyecto de saber) es la filosofía, aunque eso abre la puerta muchas otras preguntas...



1. Según algunos filósofos (y científicos) la ciencia es un saber “prefilosófico”. Pero según otros muchos filósofos y científicos, es la filosofía la que representa un saber “precientífico”. ¿Qué crees que significa esto último? ¿Cuál de estas dos posturas crees que es más defendida en la actualidad? ¿Podrías hacer de “abogado defensor” de la última de ellas?
2. ¿En qué sentido crees que podría la filosofía ocuparse del “fundamento” de las ciencias?
3. ¿No le ocurrirá a la filosofía lo mismo que a la ciencia: que dependa de reglas, métodos e ideas fundamentales que carezcan de justificación filosófica?

martes, 22 de enero de 2013

La caja donde todo encaja. La filosofía como saber universal.



Imagina que la realidad es tu cuarto o casa llena de chismes tirados por todos lados después de una gran explosión (de alegría, no hay que dramatizar). Como no se puede vivir en tal desorden, decidimos ordenar la realidad...

Llega, por ejemplo, el físico, muy enérgico, con un montón de cajas y dice: pues yo voy a ordenar los chismes físicos, y sin pensarlo dos veces empieza. Todas las cosas --dice-- que tengan masa, carga eléctrica, volumen, etc., a la caja de las “partículas y sus compuestos”. Y todos esos fenómenos tan raros que ocurren entre las cosas (como que se atraigan, se repelan, etc) a la caja de las “fuerzas”. Y además –añade— voy a meter todas esas cajas en una caja aún más grande: la caja de los “fenómenos energéticos”...

Ahora llega el biólogo, muy animado, y dice (también sin pensarlo mucho, la verdad): pues yo voy a ordenar los chismes vivos. A esos pequeños que andan revoloteando por ahí los meteré en la caja de los “mosquitos”. Y a aquellos grandes y grises en la caja de los “ratones”. Y ambas cajas las meteré luego en la caja de los “animales”. Y esta caja, junto a aquella otra en la que he ido metiendo el musgo de las paredes y las flores del jardín, la meteré en la gran caja, claro está, de “los seres vivos”...

Ahora aparece el psicólogo, muy mentalizado con su tarea, y dice: pues yo voy a ordenar un poco lo que hacen y tienen en la cabeza estos chismes tan aparatosos que son los seres humanos. A ver, aquellas conductas (ver, oír...) a la caja de las “percepciones”. Aquellas otras (tener miedo, estar contento) a la de las “emociones”.... Y todas esas cajas a la caja de las “conductas y fenómenos mentales”...

Luego, el matemático, calculando lo que va a hacer (un poco mecánicamente, sí), dice: pues yo voy a contar y medir bien todo lo que hay, y meteré mis cuentas en la caja de las “cantidades” y mis mediciones en la caja de las “figuras y proporciones”. Y ambas, en la caja de los “aspectos matemáticos del mundo”...

No hace falta seguir. Detrás del matemático vinieron muchos más: el geólogo, el astrónomo, el sociólogo, el historiador, el lingüista... Y cada uno fue metiendo “sus” chismes en las cajas que traía...Al final, todo el piso estuvo lleno de cajas enormes, cada una con su etiqueta.

[Por cierto, un asunto importante del cuento es este: las cajas que digo no son de cartón ni de madera, claro (tal como las metáforas no están hechas de tinta ni de píxeles). Las cajas están hechas de definiciones, leyes, fórmulas, conceptos... Por ejemplo: la caja de las fuerzas que trajo el físico está hecha de la ley de la gravedad, las leyes electromagnéticas, etc. La caja de “los seres vivos”, que trajo el biólogo, está hecha de la ley de la evolución, las leyes genéticas, la definición de ser vivo, etc. La caja de las emociones (una de las del psicólogo) está compuesta de ciertas definiciones y "leyes" acerca de las emociones. Y la caja de las cantidades del matemático (también llamada “aritmética”), de conceptos, leyes y fórmulas acerca de los números...]
 

... Y en estas estábamos, cuando llegó el filósofo, pensativo y (en un estilo entre místico e incomprensible) dijo: ¿pero mira cómo tenéis el piso? ¿Cómo podéis soportar este desorden de cajas? Por un lado la caja de los fenómenos energéticos, por otro la caja de las conductas y fenómenos mentales, por otro la caja de las cantidades... Esto hay que arreglarlo. Voy a intentar meter todas esas cajas en una caja común. Es decir, voy a intentar comprender todos esas definiciones, leyes, fórmulas y conceptos distintos bajo ideas aún más unitarias. A ver si descubro la caja donde todo encaja... Por que, al fin y al cabo, la realidad y la verdad han se ser, al final, solo una, ¿no?




1. ¿Por qué decimos que la filosofía es un saber “universal” y las ciencias saberes “particulares”?
2. ¿Qué etiqueta tendría que tener la caja de las cajas que se propone construir el filósofo? ¿De qué estaría hecha esta caja?
3. ¿Tiene sentido un saber universal, como dice el filósofo, o es mejor que haya un montón de saberes cada vez más especializados? ¿Qué crees que se valora más en nuestra sociedad: la especialización o un conocimiento “universal”? ¿Por qué?

lunes, 21 de enero de 2013

¿Son lógicas las matemáticas?





Suele decirse que la filosofía es un modo de conocimiento puramente racional o lógico. Las cosas de las que habla el filósofo son tan abstractas que no cabe verlas o comprobarlas con experimentos científicos. Esto distingue a la filosofía de las ciencias empíricas (aquellas que hacen experimentos para probar sus teorías). ¿Pero qué distingue a la filosofía de otras ciencias, como las matemáticas, que también parecen ser puramente lógicas?...

... Las diferencias son muchas. Por ejemplo: la matemática solo trata de aspectos de la realidad que se puede contar y medir, y la filosofía de aspectos que, en ocasiones, carecen de extensión (no se pueden medir) e incluso de partes sucesivas (no se pueden contar)... Pero hay otra diferencia quizás más fundamental: la filosofía no acepta ninguna idea que carezca de lógica, pero las ideas fundamentales de las matemáticas parecen, en cambio, imposibles de demostrar con la lógica.

Pensemos en la idea de número (la idea fundamental de la aritmética). ¿Puede haber más de un número, por ejemplo, dos? El dos son dos unidades (dos “unos”), pero estas unidades son idénticas (1=1), luego no pueden ser dos, para que fueran dos tendrían que ser diferentes una de otra (o, más bien, una de una). De otro lado entre el uno y el dos hay un número ilimitado de números, pero ¿cómo puede estar lo ilimitado limitado entre el uno y el dos? Finalmente, el dos es ilimitadamente divisible (1, 0.5, 0.25, etc.); el final de esta división, si lo hubiera, sería lógicamente "cero": el dos se compondría de infinitos ceros, pero ¿cómo la suma de infinitos ceros va a dar como resultado “dos”? Y si ese final nunca se alcanza tendríamos el mismo problema de antes: ¿cómo un número ilimitado de números puede estar comprendido en los "límites" del dos?

Con la otra idea básica de las matemáticas, la idea de espacio (fundamental en la geometría), ocurre exactamente lo mismo. Imaginemos un espacio pequeñito, tal como el segmento AB; esta línea es una sucesión de muchos puntos todos idénticos; pero ¿si son idénticos como pueden ser muchos? (sólo cabría distinguirlos por el espacio que ocupan, pero justamente el espacio es lo que se trata de demostrar). De otro lado, entre un punto y otro de esa línea ha de haber siempre otro punto, con lo cual la línea AB sería a la vez finita e infinita. Finalmente, si los puntos matemáticos son inextensos (no tienen cuerpo), su dimensión espacial es cero; pero ¿cómo puede tener longitud una línea compuesta de puntos cada uno de ellos de cero longitud?...



¿Son pues, lógicas, las ideas fundamentales de las matemáticas? ¿Es la matemática un saber tan lógico como parecía? ¿Qué os parece (lógicamente hablando)?

miércoles, 16 de enero de 2013

De por qué el arte no puede ser algo subjetivo

¿Qué es el arte? Casi todo el mundo coincide que es algo que tiene que ver con objetos o imágenes sensibles (visuales, auditivas…). Por ejemplo: un paisaje, un cuerpo, una pintura, una canción, el ritmo y las imágenes que genera un poema… Es decir: el arte tiene que ver con la imaginación, con la capacidad para captar o crear imágenes. Pero no toda imagen es “arte”. Sólo aquella que “nos gusta”. El arte tiene que ver, por tanto, con las emociones, pues el gusto es un tipo de emoción. Pero no todo lo que nos gusta es “arte” (también nos gusta que se nos trate con respeto, o beber cuando tenemos sed); el gusto artístico o “estético” es aquel que se despierta ante lo que es bello (o, como diría mi colega Juan A. Negrete, ante esa alusión indirecta a la belleza que es el arte de lo feo, lo grotesco o de lo terrible del mundo)… Diríamos entonces que la obra de arte es aquella imagen o representación sensible cuya belleza (en positivo o en negativo) despierta en nosotros esa emoción especial que es el gusto estético…

Ahora bien: ¿por qué nos gustan unas imágenes y no otras? ¿De qué depende que algo (un cuerpo, una pintura, una canción, un poema…) sean o no bellos? Esta es la pregunta fundamental de la Estética (que es la rama de la filosofía que se ocupa del asunto de lo Bello en sí). ¿Qué es, pues, la Belleza?...

Antes de ensayar una definición de belleza hemos de preguntarnos si ésta definición es posible. Mucha gente piensa que no hay una definición objetiva y única de belleza (aunque supongo que sí defenderían la objetividad de su juicio acerca de la subjetividad de lo bello). Suelen justificar su opinión en el hecho de que los juicios acerca de lo bello cambian de persona a persona y de cultura a cultura. Es un hecho que a personas distintas les parecen bellos o feos poemas o cuadros distintos. Y es un hecho que lo que es bello durante una época clásica no lo es durante una época barroca, etc. Ahora bien, estos hechos no prueban que lo bello sea en sí algo subjetivo o relativo, sino sólo su apreciación. Del mismo modo: constatar que individuos o culturas distintas tienen distintos juicios acerca de un fenómeno físico no prueba nada contra la objetividad de la física. Puede ser que los individuos están mal informados, o que las culturas estén en distinto grado de desarrollo.

Para probar que una definición objetiva es necesaria debemos acudir a argumentos lógicos (los experimentos –antropológicos, psicológicos— acerca de la universalidad de los patrones de belleza tienen cierto interés, pero no son muy concluyentes: su verdad es sólo probable, y suponen problemas complejos de interpretación --por ejemplo: para hacer el experimento es necesario predeterminar "a priori" un mismo significado de belleza para todos los que participan –). Pues bien, estos argumentos lógicos pueden ser:

(a) Si la definición de belleza fuera subjetiva (propia a cada sujeto o individuo) porque, por ejemplo, dependiera de estados emotivos particulares (como el “gusto” o el placer subjetivo y cosas así), entonces no habría definición posible para "bello" (todo podría ser y no ser bello a la vez). Incluso estaría injustificado que utilizáramos la misma palabra “bello” para designar lo que te gusta a ti y lo que me gusta a mí, pues el significado de esa palabra podría no ser el mismo. Lo bello sería entonces indefinible. Pero entonces nadie podría saber que lo que él mismo siente es “belleza” (cada uno tendría que inventar, quizá, un concepto y una palabra distinta). De hecho, cuando alguien usa el término “bello” (este libro es bello, este cuadro es bello, etc.) presupone un significado fundamentalmente común para él y para los que le escuchan.


(b) Del mismo modo, si lo bello es una convención relativa a cada época y cultura, cualquier definición de belleza sería igualmente válida. Lo que es bello para los griegos antiguos podría no serlo para los japoneses contemporáneos. Todo podría ser bello y no serlo. Esto haría potencialmente contradictoria toda definición de belleza. Luego no sería posible ninguna definición racional. Es decir, ninguna definición, pues una definición no racional ¿sería comprensible?, ¿sería una definición?

(c) Si afirmamos que “lo bello es subjetivo” o que “lo bello es relativo” o que “lo bello cambia”, estamos asumiendo que “lo bello” es siempre lo “bello” y que, a la vez, aun siendo siempre lo mismo, cambia. Esto es como decir que lo bello es y no es lo mismo, lo cual es contradictorio. Si, por ejemplo, decimos que “lo bello es relativo a cada cultura” estamos diciendo que lo bello se da de modo distinto en cada cultura pero que siempre es lo bello. Esto es decir que lo bello es a la vez lo mismo y diferente. ¿Pero en qué proporción? Si lo que cambia (lo diferente) es algo fundamental, entonces lo bello sería fundamentalmente distinto para, por ejemplo, griegos y japoneses, luego no sería lo bello para ambos. Y si lo que cambia no es algo fundamental, entonces lo bello será fundamentalmente lo mismo para todos. Pero en este último caso, si lo bello es siempre fundamentalmente lo mismo, será porque es algo objetivo y absoluto, no subjetivo o relativo.

Aunque falta saber lo que objetivamente es bello (a eso dedicaremos otras entradas), no es moco de pavo sustentar que esa objetividad es posible y que, por tanto, es posible el juicio estético (cosa que todos, en realidad, admiten, incluso los que niegan que se pueda definir el arte --¿cómo podrían saberlo sin suponer una noción válida acerca de aquello que resulta indefinible?--). En suma, no todo es arte, ni todo debe gustarnos (a veces nos equivocamos, nos vence el mal gusto y nos gusta lo que no es realmente gustoso).



Imágenes:
(1) Hacer arte con zapatos (Gwen Murphy)
(2) Hasta la muerte (F. Goya)
(3) Lamento (Katsukaw Shun-ei. S. XVIII).
(4) Hermes de Praxíteles (s. IV a.C)

lunes, 14 de enero de 2013

¿Qué es arte?


Esta obra de arte (¿) de Wolf Vostell se llama “¿Por qué el proceso de Pilatos y Jesús duró solo dos minutos?”…
Cada vez que llevo a mis alumnos al Museo Vostell de Malpartida, algunos tardan mucho menos de dos minutos en decidir que lo que allí se ve no es arte. Sobra decir que si llevara a un grupo de adultos no serían algunos, sino casi todos los que exclamaran con suficiencia: "¡Esto es una tontería!". Cuando ocurre esto me vienen unas ganas locas de arrodillarme ante quien así habla y rogarle que me explique cómo ha logrado saber que lo que ve no es digno de llamarse “arte”. ¿Cómo no va a saberlo quien se atreve a opinar con tanta firmeza?... Pero no, no lo sabe: cuando oigo sus explicaciones (cuando las da) toda mi ilusión se desvanece (en mucho menos de dos minutos)…

Así que: ¿Qué es el arte? ¿Cómo podemos distinguir una obra de arte de una majadería? ¿Alguien me lo puede explicar?... Como algunas respuestas ya me las han dado muchas veces, y no quiero que caigáis en la tentación de resolver este asunto de un plumazo, comenzaremos quitando de en medio algunas de ellas.

1. Arte no es lo cada uno considera arte. Si así fuera, cualquier cosa podría ser “arte”, y a la vez no serlo, con lo cual carecería de sentido toda discusión sobre el arte (Yo tendría toda la razón al considerar arte cortarme la oreja –o cualquier otra cosa—, y tú también la tendrías al considerar que no lo es). La verdad es que ni siquiera tendría sentido emplear la palabra “arte”, pues carecería de un significado común (¿Tendría sentido emplear una palabra cuyo significado fuera distinto para cada persona que la emplea?).


2. Arte no es lo que la mayoría considera “arte”. Igual que antes: si así fuera todo podría ser “arte” y no serlo (bastaría con que la mayoría así lo conviniese). Además, tanto en el caso anterior como en este, siempre cabe la pregunta: ¿Por qué considera la mayoría que tal cosa es arte y tal otra no?

3. Arte no es, sin más, lo que nos gusta. También nos gusta que nos rasquen la espalda, o tener la casa limpia, y dista de estar claro que esas dos cosas sean obras de arte. Además, suponiendo que arte fuera "lo que nos gusta", aun tendríamos que responder a las preguntas: ¿por qué nos gustan unas cosas y no otras? ¿Qué significa que algo "nos guste"?

4. Arte no tiene porque ser lo que nos emociona. También nos emociona un incendio o que nos llamen el día de nuestro cumpleaños, y, de nuevo, no está nada claro que todo eso sea arte.

5. Arte no es lo que es único y original. Cada mosquito que viene al mundo es único o decidir usar la energía atómica para fabricar bombas también parecen ser cosas originales y creativas. ¿Son los mosquitos o las bombas nucleares "obras de arte"?

6. Arte no es lo que supone mucho trabajo y está bien hecho. No solemos considerar a un ingeniero que diseñe autopistas, o a un cirujano que haga trasplantes como artistas (a no ser en un sentido muy metafórico).

7. Arte no es lo que es bello y punto. Quizás no este mal equiparar arte y belleza (aunque hay quien defiende que puede haber arte en lo feo). Pero, en cualquier caso, eso no hace más que lanzarnos a otra pregunta igual de difícil: ¿qué es lo bello?…


Así que una de dos, o me contestáis a la pregunta de ¿qué es arte?, o me contestáis a la pregunta ¿qué es bello?




Las imágenes son:
(1) "¿Por qué el proceso de Pilatos y Jesús duró solo dos minutos?", de Wolf Vostell.
(2) "Mierda de artista", de Piero Manzoni.
(3) "Fountain", de Marcel Duchamp.
(4) Foto de Croqueta titirimundi.

viernes, 11 de enero de 2013

Discotecas divinas y laboratorios mundanos. ¿Qué diferencia hay entre religión y ciencia?


Oscuridad y luces parpadeantes, música (un "chill out" a base de órgano y voz), un olor muy especial (a incienso, claro), palabras misteriosas y poéticas (no en inglés, pero a veces en latín) que se repiten, rítmicamente, como un mantra, como un rezo... A veces (en algunas "discotecas" sagradas) un animador o varios que bailan frenéticamente, como posesos... ¿Es para entrar en trance o no?...



Los ritos religiosos tienen como finalidad excitar las emociones, provocar entusiasmo o temor, a veces incluso visiones, y desde luego, fortalecer la fe (ese modo de creernos algo por pura y ciega voluntad). El objetivo es purificar a los fieles de su entendimiento racional, liberarlos de su razón. Porque la razón (el pecado de querer saber por su cuenta y riesgo) es lo que separa al hombre del Creador. Una vez purificado, el creyente está preparado para recibir a Dios y a su Verdad revelada a traves de la fe, la emoción, la visión...

Cambiemos de escenario: luz abundante y clara, silencio, un olor a desinfectante, palabras para nada poéticas entre un grupo de personas que discute y consulta sus ordenadores... No es una iglesia, es un laboratorio o aula. Los científicos intentan ser objetivos en su trabajo, de lo que han de "purificarse" no es de su razón, sino justo lo contrario: de la mera fe o creencia ciega, de las emociones particulares de cada uno, de sus subjetivas visiones del mundo... El objetivo no es recibir la Verdad revelada por Dios, sino descubrir la verdad desvelándola mediante la razón...



¿Tienes claras las diferencias entre religión y ciencia (entre saber irracional o racional)? Responde, si puedes, a estas preguntas:
1. ¿En qué crees que pueden parecerse la religión y la ciencia?
2. Ambas buscan la verdad, pero no del mismo modo. ¿Cuál de esos dos modos de buscar la verdad te parece más apropiado? ¿Por qué?
3. Hay científicos que son, a la vez, creyentes religiosos. ¿Crees que esto es coherente o incoherente?
4. ¿Crees coherente que en los institutos haya clases de religión? ¿Por qué? ¿Te parecería coherente que en las parroquias hubiera, entre misa y misa, cursos de ciencia? ¿Por qué?