martes, 29 de septiembre de 2015

Oriente y Occidente. El nacimiento de la filosofía. El paso del mito al logos.


Como ya hemos dicho la filosofía es reflexión, pensar en lo que pensamos, mirarnos en las ideas que tenemos para así conocernos y mejorarnos. También hemos dicho que las ideas más grandes y profundas, que son las que más nos interesan, son las que tienen que ver con la existencia (la realidad), con nuestra identidad como personas, con el problema de la verdad, y con los valores (lo bueno, lo justo, lo bello). Y que el curso que hemos empezado va de esto: de la historia de estas ideas, de como los hombres las descubrieron, las convirtieron en preguntas e intentaron darles respuesta.

Muy al principio, en la "infancia" de la humanidad, los hombres confiaban como niños en lo cuentos y en los mitos. En ellos se daba respuesta a todo, y las ciencias, despreocupadas de las grandes preguntas, se limitaban a resolver problemas prácticos. Los hombres miraban a las estrellas, pero no por afán de comprender su naturaleza, sino para guiar sus barcos y para buscar señales del dios que dirigía sus vidas.
Teoría del tiempo axial de Karl Jaspers

Más adelante, allá por el primer milenio antes de nuestra era, la humanidad pareció despertar, como un adolescente que empezara a cuestionarlo todo. Aparecieron personajes extravagantes que preferían el ocio al negocio y discutir en las plazas en vez de pontificar en el templo. Estos estrafalarios seres se preguntaban en voz alta por la verdadera realidad (más allá de las apariencias), por el verdadero hombre (más allá del cuerpo), por una forma de vivir más verdadera (más allá del comer y el vivir bien), y por la verdad misma (más allá de nuestros engañosos sentidos).
Imagen de Confucio
Eran los sabios de la China (Lao-Tsé, Confucio), los brahamanes hindús, los magos de la lejana Persia (seguidores de Zaratustra), los profetas de Palestina... Y, también, los filósofos griegos. Entre todos ellos provocaron una “revolución mental” en el mundo, aunque no todos del mismo modo...

Los sabios de Oriente (desde la China a Palestina) acabaron por dar una respuesta religiosa a las grandes preguntas. Crearon nuevas religiones en las que la realidad se concebía como un Dios innombrable y oculto a los ojos, el hombre como un alma deseosa de librarse del cuerpo, la verdad como un asunto del espíritu, y la vida buena como una negación de los deseos mundanos... Estas religiones son el origen de las que conocemos hoy: el judaísmo y el cristianismo, el mazdeísmo, el hinduísmo, el budismo, el taoísmo...


Los sabios de Occidente (los filósofos), en cambio, apostaron por algo radicalmente nuevo: la crítica de toda verdad religiosa y la búsqueda de una respuesta racional a aquellas mismas cuestiones. En lugar de un Dios innombrable, los filósofos propusieron un principio racional como explicación de todo. En vez de un alma negadora del mundo, los filósofos pensaron al hombre como un alma capaz de comprender y dominar ese mismo mundo. Además de un asunto del espíritu, los filósofos consideraron a la verdad como experiencia de los sentidos. Y en las antípodas de la negación de los deseos, los filósofos creyeron que la vida buena consistía en desear y superarse constantemente. Esta “apuesta” por la explicación y el diálogo racional, por el dominio técnico de la naturaleza, por la experiencia mundana y por el deseo de progresar fue, desde entonces, la seña de identidad de nuestra civilización. Con ella la humanidad despertó del todo (o eso creemos nosotros, los occidentales) y fue desarrollando a lo largo de los siglos todo el conocimiento racional que, según solemos decir, nos caracteriza a los seres humanos. Con la filosofía, especialmente, nació un modo de saber puramente teórico (un saber por saber, no vinculado a necesidades prácticas ni a prácticas religiosas), reflexivo (un saber del saber mismo, dirigido no solo a explicar, sino a explicar el por qué de la propia explicación) y siempre crítico (un saber desconfiado, carente de fe, interrogativo)...


Este “despertar” filosófico de Occidente ocurrió en torno al siglo VI a.C, en las prósperas colonias griegas del Mediterráneo, en pequeñas ciudades en que la gente estaba acostumbrada a negociar y discutirlo todo en plazas y asambleas, y en las que la religión estaba a cargo de poetas que igualaban a dioses y hombres bajo una misma Ley común (la Necesidad o el Destino). No siendo el mundo fruto de la voluntad incomprensible de los dioses, sino cosa de leyes, los filósofos se lanzaron al descubrimiento de esas leyes, buscaron explicaciones “naturales” (basadas en la observación y la lógica) a lo que antes se explicaba con mitos y leyendas, cambiaron la revelación por el descubrimiento, la creencia ingenua por la reflexión crítica, la repetición por la innovación, el lenguaje imaginativo por los argumentos y los conceptos abstractos...


En Grecia, este tránsito desde el saber mítico al saber racional, o como suele decirse: el paso del mito al logos (logos significa “razón” o “argumento”), no ocurrió de la noche a la mañana, sino muy lentamente, hasta el punto de que los primeros filósofos aún hablaban en un lenguaje mítico, daban nombres de dioses a las causas naturales y se expresaban a través de poemas y cuentos... Pero aunque lento, el proceso fue imparable. Los hombres acabaron por olvidar a los dioses y empezaron a dar razón de todo por sí mismos. La filosofía y, con ella, la civilización occidental, habían nacido... 

La Escuela de Atenas, pintada por Rafael 

En Occidente nació la filosofía y la ciencia (la cultura racional y humanística), en Oriente permaneció la religión y la tradición (la cultura de la fe). Occidente representa un tipo de cultura dinámica, sujeta a crítica y a cambios. Oriente representa una cultura más estática, donde prima el respeto sagrado a la tradición. En Occidente no hay más autoridad que los argumentos. En Oriente las discusiones acaban con el argumento de autoridad. Los occidentales (los griegos, nosotros) creemos que nuestra manera de vivir es la mejor: ser libres es tener ideas propias, ser bueno depende de saber qué es lo bueno, "realizarse" como persona es esforzarte por ser más consciente y lograr todo lo que deseas, la vida humana es cambio, progreso, investigación,  transformación de la realidad... Pero los orientales también creen que su forma de vida es la mejor. Para ellos ser libre es liberarse de uno mismo, dejarse llevar, confiar en la divinidad; la bondad es entrega a Dios, no a una sabiduría que nos aleje de él; la felicidad es reconocer nuestra insignificancia, ser humilde, anular la inquietud y el deseo (desear cosas es lo que nos hace desgraciados); este gozo supone comprender que nada cambia, y consiste en contentarse con como son las cosas de este mundo (pues, al fin y al cabo, este no es el mundo de verdad)... 



¿Estáis de acuerdo con todo esto? ¿Son tan diferentes la civilización occidental y la oriental? ¿Quién pensáis que se equivocó? ¿Qué tipo de vida es mejor? ¿No cometimos los occidentales un tremendo error al probar del árbol de la sabiduría? ¿No sería mejor volver "atrás"? ¿No estará la felicidad más en la entrega confiada y la inocencia (la fe) que en el conocimiento y el "progreso"?


Os enlazo, por cierto, esta entrada del maravilloso blog de nuestro amigo y vecino de caverna Juan Antonio Negrete, y que trata también de los orígenes de la filosofía.


domingo, 27 de septiembre de 2015

Evaluación y teorías de la justicia.

Siempre los mismos problemas al volver al cole. ¡Establecer criterios de evaluación! ¿Cómo? ¿Cuáles? ¿Con qué criterio de criterios?... Preguntaré a mis alumnos. Pero claro, ya me imagino la discusión: ¿cuáles son los criterios “justos”? (Hasta los que quieren sobresaliente para todos quieren, también, que eso sea lo justo). Os pregunto a vosotros. Para animar, os presento algunas alternativas, inspiradas en distintas teorías de la justicia.


1. No hay  que evaluar ni juzgar nada. O, en todo caso, lo que uno quiera, cómo y cuándo quiera. (Anarquismo).

2. Hay que evaluar lo que demanda el mercado (idiomas, tecnologías...), que será lo que se imparta en los centros (si quieres estudiar otra cosa tendrás que pagarlo). Se pondrán las notas según la competencia o mérito de cada alumno: al que más sepa o pueda se le puntuará más (Liberalismo).

3. Igual que (2), pero sumando que el alumno se ajuste a cierto modelo de virtud (que sea modesto, discreto, respetuoso con los mayores, trabajador, decente, etc. ) (Liberal-conservadurismo).

4. Más o menos igual que (2), pero dando ventajas a los que no han tenido la suerte de nacer listos, ni en buenas familias, ni en circunstancias favorables (por eso fracasan, se desmotivan, trabajan poco, etc.). (Liberalismo moderado; socialdemocracia). 


5. Hay que evaluar que el alumno sea un buen creyente y se ajuste a un modelo de virtud totalmente cerrado e indiscutible (sagrado). (Ummas o comunidades religiosas)

6. Hay que evaluar un modelo de virtud (solidaridad, compromiso social, etc.) y no lo que demande el mercado, sino aquellas competencias que sean necesarias para construir una sociedad igualitaria en la que ningún individuo sea un medio para los fines de otros. Los individuos ajustarán sus preferencias a las necesidades sociales (estudiarán lo que la sociedad necesite, no lo que quieran). Serán evaluados por su esfuerzo, su competencia, y su compromiso social, dando ventaja y ayudando a los que no hayan tenido circunstancias favorables. (Socialismo, comunismo)

7. La evaluación es fundamentalmente tarea de cada alumno que, de vez en cuando, se hace preguntas como estas: ¿qué quiero ser y hacer? ¿He logrado realizar lo que yo quiero ser (en la medida en que he podido), gracias a esta asignatura? ¿Merece la pena seguir por aquí?...  (¿?)


Quino
Para que os orientéis, diremos que los principales partidos políticos de nuestro país estarían en estas posiciones: PP (2 y 3), PSOE (4), IU y Podemos (6)... Por cierto, algo mucho más importante: ¿cuál sería vuestra opción? (No tiene por qué estar entre las que os propongo).


miércoles, 23 de septiembre de 2015

Cuatro temas de conversación para seducir a un filósofo

Creo que tenemos ya claro que nos interesa estar con gente interesante, con las que podamos compartir y medir nuestras ideas y aprender. ¿Y habrá alguien más loco por las ideas que un filósofo? Durante este curso vamos a traer a la caverna a estos filósofos (o, mejor, a sus ideas). Ya veremos mediante qué técnicas parapsicológicas. La cosa es que una vez se nos aparezcan se (nos) queden (dentro). Ya os podéis imaginar que son gente muy inquieta y que no tolera el aburrimiento. Para enrollarse con un filósofo nada mejor que sacar los siguientes cuatro temas de conversación, que son también las cuatro grandes preguntas o ramas de la filosofía. Y las cuatro cosas que más importa pensar y saber en la vida, creo yo (aunque esto también habrá que discutirlo, claro). 

  1. La pregunta ontológica (o metafísica): ¿QUÉ ES LA REALIDAD? Ojo, que esta pregunta admite variaciones: ¿Qué significa serexistir? ¿Qué cosas son realmente reales? (de esto se ocupa la ontología general) ¿Qué es la naturaleza? (este es el tema de la cosmología o filosofía de la naturaleza) ¿Existe una realidad perfecta o divina?  (de esto trata la teología filosófica)… ¿Y qué decir de esa realidad que parece estar entre la naturaleza y Dios: nosotros, los seres humanos, la sociedad, la historia, la cultura…? ¡Un momento! Esta última pregunta es tan importante que merece un apartado propio…


    2. La pregunta antropológica (o psicológica): ¿QUÉ ES EL SER HUMANO? ¿Qué lugar ocupamos en el cosmos? ¿Somos algo más que animales muy complicados? ¿Somos algo más que cuerpo y cerebro? ¿Qué tipo de realidad es la mente? 
    ¿Cómo influye la cultura en lo que somos? ¿De dónde venimos, para qué estamos aquí, y a dónde vamos cuando llega la muerte?...                                                                                                                                                                                                                                                  3. La pregunta epistemológica (o gnoseológica), que se refiere a la relación teórica que hay entre el ser humano y la realidad, es decir: el conocimiento. ¿EN QUÉ CONSISTE EL CONOCIMIENTO? ¿Cómo podemos estar seguros de que estamos seguros de algo? ¿Cómo sabemos que lo que pensamos, decimos, oímos, teorizamos...es verdad? ¿Qué es de verdad la verdad?...                                                                                                                  4. La pregunta ética y política (y también estética) que atiende también a la relación entre nosotros y el mundo, pero esta vez, a la relación práctica.  ¿QUÉ  DEBERÍAMOS HACER PARA QUE LA REALIDAD FUERA MEJOR DE LO QUE ES? ¿Qué es lo que hay que hacer para ser buenos y felices? ¿Y para que la sociedad sea más justa? ¿Y para que las cosas sean más hermosas? ¿Qué es lo bueno? ¿Qué es lo justo? ¿Qué es lo bello?



La belleza, la justicia, la bondad, la verdad, la existencia humana, el mundo.... Lo que es todo, lo que somos nosotros, lo que podemos saber, lo que debemos hacer... ¿Se pueden tener ideas más grandes y poderosas que aquellas que tratan de todo eso? ¿Hay algún otro tema de conversación interesante que no esté relacionado de algún modo con estos cuatro? ¿Cuál? Decídmelo si lo encontráis.



miércoles, 16 de septiembre de 2015

La primera clase de filosofía.

Todos los años me pregunto por qué quiero yo dar un curso de filosofía. Y también me pregunto por qué habéis de quererlo vosotros (si la filosofía fuera solo una cuestión mía o de unos pocos, como la numismática o el rugby, no valdría mucho, ¿no?).

Pensad un momento y decidme por qué acudís al instituto, o a cualquier otro lugar que os guste más (es decir, cualquiera). Por qué preferís vivir como vivís, dejándoos llevar o decidiendo hacer esto o aquello. O, sencillamente, por qué vivís, para qué... Me apuesto mi sueldo de todo el curso a que la respuesta es esta: todo lo que hacéis (o dejáis de hacer) es... por algo que tenéis en la cabeza, es decir: por ideas. Seamos o no conscientes de ellas. Sean vuestras o de otros. Sean buenas o malas. Todo (nuestros sentimientos, nuestros deseos, nuestra visión de las cosas y de nosotros mismos) depende de ideas. Hasta respirar lo hacemos (mecánicamente) porque pensamos que mola vivir; en otro caso nos pondríamos la soga al cuello y dejaríamos de hacerlo...
Fotografía de Chema Madoz

Pues bien, la filosofía no es más que el deseo de ser el dueño de tus ideas, es decir, de tu propia vida. Quien es consciente de las ideas que mueven su vida, puede mejorarlas y, así, mejorar también su vida. ¿Y esto como lo hace? Fácil (¿fácil?): a través de la reflexión. ¿De la qué? La reflexión es obtener un reflejo de las ideas que tenemos en el coco. Es pensar en lo que pensamos. Y eso se hace de dos formas: el monólogo (me flexiono y me pienso hacia dentro), y el diálogo (que es el arte de flexionarme hacia fuera, y de hacerme flexible para con las ideas de los demás, para comprenderlas y asimilarlas y así no ser tan "idiota"). 

El idiota es el que cree que sus ideas son "las ideas" (es decir, el que se cree sabio). Pero esto es falso. Ni nuestras ideas son nuestras (las hemos recibido de otros), ni son más que verdades a medias (y eso en el mejor de los casos). Así que, para que sean grandes y hermosas (y nosotros con ellas) tenemos que verlas y buscarlas como piezas de un enorme puzzle del que participamos todos. Tenemos que hacer que se miren y se oigan en el espejo y el eco de los demás. Los demás, los otros, son las ideas que no tenemos. Por eso es tan importante el diálogo, la comunicación, el amor, es decir, el deseo de comprender a los otros (de comprender sus ideas) y de compartir con ellos nuestros pensamientos. Comprender (escuchar, leer...) a los demás, y comunicarnos con ellos (hablar, escribir...), es como abrazarlos en la parte que no se ve ni se toca, en la más íntima, allí donde están de verdad y de donde proviene toda su vida, en la parte de... sus ideas. 


¿Y a quién preferimos amar, al que más ideas tiene para comprender o al que menos? Parece obvio que al primero (¿Para qué amar a alguien tan tonto o más que nosotros?)... ¡Y eso vamos a hacer aquí! Tener amores con los filósofos, con esos que más se han aventurado en la jungla de las ideas y más pueden darnos a comprender. Los invocaremos uno a uno, y frotaremos nuestras ideas con las suyas hasta quedarnos preñados de... ¡de nosotros mismos! Porque, en el fondo, las ideas de esos filósofos son...  nosotros, nuestra propia raíz (aunque no lo tengamos muy claro): conocer la historia del pensamiento es conocer la forma con que hemos llegado a ver, sentir, desear y pensar tal como lo hacemos ahora. Y también abrirse a la posibilidad de cambiarla y, así, de cambiar el mundo...


Bienvenidos a este curso de amor y filosofía (si es que no son lo mismo).  

Como regalo de bienvenida aquí os dejo esta película sobre la historia de la filosofía (El mundo se Sofía, basada en el famoso libro de Jostein Gaarder), y un enlace hacia una historia de la filosofía en comic realizada por José Angel Castaño. También podéis ir echándole un ojo a la programación del curso, o al primer tema. Ah, y naturalmente, podemos seguir hablando abajo, en los comentarios, donde podéis escribir lo que os dé la gana, como debe ser.



1999 - Erik Gustavson - El Mundo de Sofia (latino) from Jorge Nanclares on Vimeo.

Filosofía para Principiantes from José Ángel Castaño Gracia

Bienvenidos a la caverna (temporada 2015/16) !!!



Cuenta un viejo sabio (al que los griegos llamaban Platón) que los hombres somos como prisioneros en una oscura caverna. En ella vivimos atados de tal modo que sólo podemos mirar hacia la pared del fondo, en la que aparecen imágenes con voz y movimiento. Es como si desde siempre viviéramos en un cine (o ante un televisor) y solo pudiéramos ver una pantalla en la que constantemente se proyectaran imágenes. O peor aún, es como si desde pequeños pasáramos el tiempo en aulas como esta, encapsulados en pupitres de forma que solo pudiéramos mirar la pizarra en la que el profesor de turno dibujara y escribiera sin parar… Resultado: creemos que el mundo no es otra cosa que lo que aparece en esa pared (o pantalla, o pizarra)…




Así vivimos todos los humanos -dice Platón- antes de empezar a filosofar: creyendo que el mundo es lo que vemos y lo que oímos que nos dicen desde pequeños… 



¿Pero es así de verdad? Llega un día en que uno se despierta de esa somnolencia que da la penumbra (y el aburrimiento) de la caverna (la tele, el aula…) y comienza a hacerse ciertas preguntas, a discutir lo que le dicen, a no creerse ni hacer las cosas sin más, “porque sí”, o “porque lo digo yo”…
 ¿Por qué van a ser las cosas como tú dices? –le decimos entonces al cavernícola jefe— . ¿Por qué es el mundo como es (tan raro y contradictorio a veces)? –nos preguntamos a nosotros mismos— ¿Es realmente así?... ¿No podría ser más justo, la gente más buena, la vida más bella y feliz?... ¿Cómo?... ¿Y yo, qué pinto aquí yo, cómo he venido a parar a esta caverna? ¿Obedezco y hago lo que me dicen, o mejor me atrevo a hacer lo que yo quiera? ¿Pero qué es lo que yo quiero realmente?...  

Estas y otras mil preguntas invaden al cavernícola que, un día, decide apartar la vista de la pantalla o la pizarra y pensar por su cuenta. Y esto, preguntarnos y pensar por nuestra cuenta, es también lo que queremos hacer aquí. La filosofía es…esa manía que nos entra a algunos de querer saber y vivir por nosotros mismos, bajo nuestra responsabilidad, como si dirigiéramos nuestra propia película, abriendo bien los ojos y pensando y haciendo solo lo que nosotros consideramos verdadero, justo y bello…
 

Eso sí, como pensar por nuestra cuenta no es tarea fácil (a uno le llegan a volver loco las dudas), no es mala cosa que compartamos los pensamientos con otros con la misma inquietud que nosotros. Y eso, dialogar, pensar juntos, es también lo que más haremos aquí.  



¡Así que bienvenidos todos, alumnos, amigos y compañeros de viaje! Comenzamos un nuevo curso en el que a base de preguntas y respuestas volveremos a poner patas arriba esta caverna. Si os animáis, acercaos a la luz del fuego (que es el único sol que tenemos los pobres cavernícolas) y empecemos a conversar…



Para inspiraros, podéis ir leyendo la programación del curso –la tenéis enlazada en el primer pasadizo, arriba a la izquierda—, o echarle un vistazo a la película “El mundo de Sofía”…



¡Pero, ojo, no vaya a ser también este blog (y este curso) una engañosa…caverna!