martes, 16 de abril de 2013

El animal obsexo


El ser humano parece un animal especialmente predispuesto y dotado para el sexo. Las razones para esta “hipersexualidad” parecen claras. Según algunos antrópologos, dado el prolongado embarazo de la hembra humana, así como los largos años de constantes cuidados que requieren sus crías, una mujer sola tendría menos probabilidades de sacarlas adelante que otra apoyada por uno o más machos adultos. ¿Como consigue la hembra el apoyo constante del macho? Fácil. ¡Ofreciéndole sexo! No parece casual que las hembras humanas sean las únicas que no tienen celo (están siempre receptivas), o que disponen de rasgos físicos permanentes cuya única función es la de servir de estímulo sexual: los senos (siempre hinchados), el grosor de los labios, etc. (A esto hay que añadir los rasgos aniñados típicamente femeninos -menor tamaño, ausencia de vello, voz aguda-- que en los mamíferos parecen despertar un cierto "instinto" de protección y ternura).


El uso del sexo como instrumento de cohesión “intra-familiar” fue seguramente usado, a la vez, como instrumento de cohesión “inter-familiar”: los vínculos sexuales duraderos entre miembros de distintos grupos (los hijos de uno se unen a los hijos del otro grupo) aseguraría una mayor cooperación entre ambos y, eventualmente, la creación de grupos sociales más amplios (para algunos antropólogos, la prohibición del incesto y la obligatoriedad de la exogamia está en el origen de la sociedad y la cultura). Todo esto representa una gran ventaja adaptativa, dado el valor del "trabajo en equipo" en tareas que, como la caza, la defensa, etc., fueron decisivas para nuestra supervivencia.

El sexo es, por tanto, esencial para los humanos, sobre todo, como medio para asegurar la cooperación en tareas que, como la crianza y la búsqueda de recursos, son especialmente costosas para un solo individuo.

Y sin embargo, el sexo es una de las cosas que más tabúes y normas represivas acumula en muchísimas culturas. Por ejemplo: la virginidad prematrimonial que se exige a veces a la mujer. O, directamente, la limitación de su placer sexual (para eso parece practicarse la ablación de clítoris). O el valor que se da a la castidad y la contención sexual (y la culpabilización de la expresión desinhibida de la sexualidad: se tacha con desprecio a ciertas personas de obsesos, ninfómanas, adictos al sexo, etc.). 
O la prohibición de la homosexualidad (que aunque no sirve a la reproducción, sí a la creación de lazos cooperativos entre personas). O las sospechas morales que despierta todo lo vinculado al erotismo, o al comercio sexual (la prostitución, la pornografía, etc.). O la “protección” a los menores de todo lo relativo al sexo (incluso de la información más básica relativa al mismo). Etc., etc...

¿POR QUÉ CREES QUE HAY TANTOS TABUES, NORMAS REPRESIVAS Y TANTA CULPABILIZACIÓN MORAL EN RELACIÓN AL SEXO?


(Gracias a Juan Antonio Negrete por las dos primeras fotos. Os recomiendo también en su blog Cavernisofía, la entrada "Tertulia quinta (pentertulia). El sexo ¿la naturaleza prohibida?")

lunes, 15 de abril de 2013

La caverna de la caverna. El arte como acceso a la autoconsciencia.



Dicen algunos antropólogos que la más clara diferencia observable entre nuestros más cercanos parientes homínidos y nosotros es el ARTE. Por ejemplo, las pinturas rupestres, esas representaciones de animales y otros seres que nuestros abuelos plasmaron en las paredes de sus cuevas.  Bonito, ¿verdad? ¿Y no será inevitable (para unos poéticos cavernícolas como nosotros) relacionar este cuento con ese otro que nos legó Platón: el mito de la caverna? Especulemos, como si fuéramos espeólogos de nosotros mismos, sobre esta caverna que habitamos...

El hombre se distingue del animal por su capacidad REFLEXIVA y ESPECULATIVA. Somos conscientes del mundo que nos rodea, pero también de nuestra propia conciencia; pensamos en nuestros pensamientos (en eso consiste reflexionar). Y precisamente por ello somos capaces de distinguir entre el pensamiento y lo pensado, entre la representación y el mundo, entre nuestra mente y la propia realidad... Ahora: dado que distinguimos entre lo que tenemos en la cabeza y lo que sea la realidad, podemos dudar de la certeza de lo primero y especular acerca de lo segundo. Esta es la condición de nuestra condición humana, caracterizada por la DUDA y la ESPECULACIÓN.. En otras palabras: podemos sospechar del carácter aparente de lo que inmediatamente percibimos y construir teóricamente otros mundos hipotéticamente más verdaderos. Esta es la situación “trans-cavernaria” del hombre, su más honda y maravillosa característica: desconfiar del "más acá" de la apariencia y preguntarse por el "más allá" de lo verdadero . Y en este viaje filosófico consiste, según el viejo símil platónico, su tránsito de la caverna (la apariencia, la inmediatez sensible) al Sol del conocimiento (la realidad, la evidencia racional).

 
¿Y en qué contribuye a esto la representación de unos animales en las paredes de una cueva? En primer lugar, la exteriorización de las representaciones mentales tal vez pueda ayudar a hacernos más plenamente conscientes de las mismas. Cuando el “artista” paleolítico plasma en la pared lo que tiene en su imaginación o en sus recuerdos, está objetivándolo, tomando distancia con respecto a ello, y creando así condiciones óptimas para asumir sus propias representaciones como objeto de conocimiento, es decir, creando condiciones para la autoconsciencia. Imaginemos a esos primitivos hombres preguntándose qué tipo de bisontes eran esos pintados en la pared, en qué se distinguían de los que cazaban fuera de la cueva, de dónde y como habían aparecido...

Naturalmente, debemos suponer que este fenómeno de toma de consciencia de las propias representaciones está igualmente ligado al lenguaje. Escuchar una secuencia de sonidos que signifique, por ejemplo, “estas son huellas de bisonte”, es algo tan diferente a las propias huellas visibles, que parece inevitable pensar en la distinción entre un mundo de signos relativo a nuestra mente y nuestra cultura, y otro mundo de objetos reales referido por el primero. Cuando más si, al expresar u oír la expresión simbólica esta era corregida por nuevas percepciones y/o por las indicaciones verbales de otro. Imaginad que nos decían: “estas NO son huellas de bisonte, te has equivocado”, y que tras mirar de nuevo admitíamos nuestro error. ¿No sería lógico preguntarse entonces dónde estaban entonces esas huellas de bisonte que creíamos percibir? ¿Y no sería lógico responder: estaban en mi mente, no en el mundo, y admitir, por tanto, que hubiera como dos lugares o realidades distintas: mi mente y el mundo?

     

La eclosión, en fin, de la competencia representacional (un lenguaje oral más rico en símbolos y más complejo; y la exteriorización de códigos representacionales a través de pinturas y gráfismos, tatuajes, adornos corporales, objetos significativos, etc.) fue, tal vez, lo que determino la distinción consciente entre representación y mundo, y lo que creó, así, la condición para dudar de nuestras representaciones inmediatas (que están en mi mente, o en mi lenguaje, y a veces son erróneas) y preguntarnos por lo verdaderamente real (buscando representaciones correctas y objetivas).

Este no es el único paso, claro está, en esa compleja ascensión desde la oscuridad de la preconsciencia y la ignorancia a la luz del conocimiento. Una vez asentada la desconfianza hacia las representaciones primarias (las percepciones inmediatas), nos tocó sembrar la duda en las propias representaciones simbólicas. PINTAR o hablar de bisontes es la llave (o una de ellas) para que dudemos del carácter de lo que vemos. Pero PENSAR en (y con) nuestros grafos y palabras es la clave para el hacer y el deshacer especulativo acerca del carácter de lo real mismo.

Si esto fuera así, resultaría paradójico que la forma de disolver el espejismo primario, las imágenes de la caverna platónica, fuera plasmarlas pictóricamente en la misma pared, creando imágenes de imágenes. Imágenes eso sí (las pictóricas) mejoradas: más conscientes, más bellas, propicias y coherentes, en suma, más reales (o ideales, lo que, para Platón, es lo mismo).

En fin. Lo originario (lo más primitivo e imperfecto) es la mera VISIÓN (a esto corresponden las imágenes del fondo de la caverna en el mito platónico); el protohombre, el hombre-animal u hombre-niño, no distinguen entre su visión y el mundo (son para él lo mismo).

 Sobre la mera visión aparece algo menos originario (más avanzado y perfecto): la representación consciente, la imaginación, EL ARTE. El cavernícola se pone en acción, se levanta y objetiva pictóricamente su subjetividad visionaria en la pared de su cueva, duplica estéticamente el mundo (la pintura y lo pintado, lo objetivo y lo subjetivo, lo parecido y lo disímil, lo bello y lo feo…), y dónde hay dualidad la lógica aflora a la consciencia como duda, como resistencia a lo doble y contradictorio, y cómo búsqueda de identidad (¿qué mundo es el real, que representación es la verdadera, apropiada, bella?).

Tras esto, la espeolológica aventura humana se acelera. Sobre la representación y el símbolo aparece el PENSAMIENTO TEÓRICO Y ESPECULATIVO, la torsión o re-flexión del cavernícola pre-liberado por el arte y su mundo simbólico hacia el ámbito de las cosas mismas (los significados o ideas, diría Platón) y, tras él, hacia la razón última y fundante de tales cosas o ideas.

Ya decía Platón que el artista está alejado dos veces de la realidad. Sus imágenes son copias de copias, pues no son sino una copia pobre de las cosas mismas –es decir: de sus ideas—, que a su vez no son sino una imagen o signo de lo que les presta realidad –la perfecta y pura Identidad—. Pero aún más alejada está la simple visión o percepción, la pura subjetividad inconsciente del animal.

¿SERÍA ASÍ EL ARTE EL ESLABÓN ENTRE NUESTRA INFANCIA ANIMAL Y NUESTRA HUMANA MADUREZ? ¿El paso –adolescente- que hay entre la simple inconsciencia de los inicios, y la reflexión y especulación racional posterior? ¿NO ES ESTO LO QUE PODRÍA DECIRNOS ESTA BELLA HIPÓTESIS ANTROPOLÓGICA?
  


viernes, 5 de abril de 2013

¿Quién te crees que eres, hombre?


Para mí que hay cuatro maneras de definir al hombre, es decir, cuatro creencias antropológicas básicas acerca de lo que somos.

Las dos primeras (a las que podemos llamar, en general, antropologías materialistas) conciben al hombre como un ser fundamentalmente biológico y cultural. Desde su perspectiva somos no más que animales sociales.

Para la primera (el naturalismo antropológico) toda conducta humana debe poder explicarse en función de leyes naturales (físicas, químicas, biológicas y psicológicas); incluso la conducta social y cultural obedecería a leyes puramente biológicas (pues desde esta perspectiva la sociedad y la cultura son también fenómenos naturales propios de animales sociales como el hombre). 




Para la segunda (el culturalismo antropológico) muchas conductas humanas (la forma de adornarse, los rituales religiosos, las creencias de todo tipo…) solo parecen explicarse desde leyes, reglas, normas, patrones de conducta socio culturales e históricos. Así que el hombre sería una mezcla entre lo natural (común a la especie) y la cultura en que se ha educado (distinta para cada sociedad y época).



Las otras dos formas de definir al hombre (a las que podríamos llamar, en general, antropologías espiritualistas) lo conciben como un ser fundamentalmente moral y racional. Desde esta perspectiva, los seres humanos nos caracterizamos como personas morales y racionales.

Para la primera (a la que no sé como llamar, voluntarismo o moralismo antropológico o algo así) el hombre se caracteriza por ser capaz de comportarse contraviniendo sus instintos (las leyes biológicas) e incluso las normas de su cultura, por ejemplo cuando sacrifica su vida por una idea o cuando se opone a las costumbres de su sociedad. Parece que, en estos casos, su conducta está guiada por leyes o principios morales distintos tanto de las leyes naturales como de las leyes o pautas culturales. El hombre es, pues, un ser moral, capaz de moverse por principios incluso por encima de sus intereses biológicos y su educación cultural. (Aquí en los videos tenéis dos ejemplos clarísimos de esto)







Para la segunda (a la que podríamos llamar racionalismo antropológico), lo que caracteriza al ser humano es el tipo de conducta que busca el conocimiento, la verdad, más allá de que esto sea o no útil para la supervivencia, la reproducción, etc., más allá de las creencias particulares de cada cultura, y más allá de las leyes o principios morales (pues estos mismos sólo pueden basarse en el conocimiento de lo que es verdaderamente bueno y justo)…



Así pues (resumo) habría cuatro definiciones básicas del hombre:
(a)   El hombre es un ser natural,  un animal especialmente complejo, pero nada más que un animal.
(b)    El hombre es un ser cultural, entendiendo a la cultura como algo diferente a la naturaleza (aunque emerja a partir de ella).
(c)   El hombre es un ser moral, libre, capaz de imponer su voluntad sobre los instintos y sobre toda norma cultural.
(d)   El hombre es un ser racional, capaz de someter todo su comportamiento (natural, cultural, moral) a criterios lógicos o racionales.

Si alguien encuentra una definición que crea verdadera y que no encaje con ninguna de estas cuatro me hará un hombre nuevo... Ahora, supuestas estas cuatro, ¿cuál creéis que es la más correcta?  Para saberlo os sugiero que antes contestéis a las siguientes preguntas:

(1) ¿Es toda nuestra conducta cultural, moral y racional explicable como un producto de la evolución de nuestra especie? Si la respuesta es “sí”, la definición correcta es (a).
(2) ¿Es lo cultural algo cualitativamente distinto de lo natural (aunque lo cultural emerja de lo natural)? ¿Son la moral y el conocimiento (es decir, la bondad y la verdad) relativos a cada cultura, de manera que lo bueno y lo verdadero dependen de cada sociedad, época e individuo (no son universales)? Si la respuesta es “sí” a ambas preguntas, la definición correcta es (b).
(3) ¿Es la moral (lo bueno y malo) algo distinto de "lo que conviene/no conviene" a la especie, o de lo que nos han enseñado como "bueno/malo" en nuestra cultura? ¿Es imposible averiguar lo que es bueno y malo por medios puramente lógicos o racionales? Si la respuesta es "sí" a ambas preguntas, la definición correcta es (c).
(4) ¿Es nuestro conocimiento racional del mundo y de nosotros mismos lo que justifica que califiquemos algo como “bueno”, que aceptemos o no las normas culturales y que sigamos o no nuestros instintos? Si la respuesta es “sí”, la definición correcta es (d).


¿Qué pensáis vosotros? ¿Cuál de las cuatro definiciones de ser humano es la correcta? (Supuesto que no haya otra, distinta de esas cuatro, que sea la verdadera)




martes, 2 de abril de 2013

¿Quién te crees que eres, animal?


¿Eres un animal que todo lo haces por afán de sobrevivir y reproducirte (¡siempre pensando en lo mismo!)? ¿No es eso la gente? ¿No es cierto que vive para trabajar para vivir y para tener hijitos que hagan lo mismo, como las abejas o las ovejas? ... Bueno, también para triunfar y tener poder, claro, como pasa en cualquier manada de monos. Decía alguien (y esto va por los machos) que la vida es, en el fondo, no más que una lucha por la hembra. Decía otro (y esto va por las hembras) que una mujer no se realiza del todo si no atiende la ancestral llamada de su instinto maternal. ¿Es que acaso no es así?

Bueno, hay que reconocer que los animales humanos hacen otras cosas muy raras: cultivan la tierra, fabrican tractores e inodoros, mandan a sus crías a la universidad, mueren por defender a su patria, y adoran ídolos de madera durante la Semana Santa (Y el colmo de la rareza: !Les da por discutir sobre todo esto en blogs como este!...). Si que es raro, sí. Pero hay que reconocer que algunos animalitos también fabrican sus utensilios (como esos chimpancés tan monos que convierten ramitas de árbol en cañas de pescar termitas), y que educan a sus criaturas (para que sean buenos cazadores), y que luchan y mueren por defender su patria (quiero decir su territorio), y que... Bueno lo de la religión y la filosofía, no sé, quizás todavía no hablan de esas cosas, pero hablar sí que hablan, con su propio lenguaje, y hasta cantan, como nosotros, cuando no tienen nada mejor que hacer. Si no escuchad...



Solemos pensar que sólo nosotros somos buenos o malos, que sólo nosotros tenemos "moral". Pero todo el mundo sabe que las gacelas y bichos así (así de sociales, como nosotros) se sacrifican generosamente por la manada cuando es menester: viene el león, y las gacelas más viejas parece que se dejan comer para que huyan las más jóvenes. ¿No es para ponerles un monumento o el nombre de una calle?.. Hombre, es verdad que no son libres para elegir si lo hacen o no. ¿Pero acaso nosotros lo somos? ¿Quién duda que seamos mecanismos biológicos producto de la evolución natural y, como tal, obligados a comportarnos tal y como lo hacemos? Simplemente, no nos damos cuenta de esto, y creemos (ingenuamente) que somos libres...



Y en el colmo de la soberbia más antropocéntrica decimos que sólo nosotros pensamos y tenemos consciencia. ¿Habrase visto? ¿Es que un pobre caballo no calcula y compara la altura de la cerca que ha de saltar antes de hacerlo? ¿Por qué se para, si no, ante las que cree que no puede saltar? ¿No tiene, entonces, el caballo consciencia de su cuerpo y de sus fuerzas?...

Así que: somos animales, todo lo complicados que queráis, pero animales. Somos un cuerpo con un cerebro hipertrofiado cuya principal función es informarnos, a través de las sensaciones, de cómo es el mundo al que tenemos que adaptarnos. Y lo que nos va, como a todo animal, es vivir. Y alimentarnos, y juguetear, y poseer todos los recursos posibles compitiendo por ellos, y ser los más fuertes. Y, antes de acabar, entregarnos a la placentera tarea de reproducirnos (eso que los cursis llaman amor, cuando quieren decir sexo)... ¿O no?



¿Qué dices? ¿No estás de acuerdo? ¿Hay algo en tí que no obedezca en el fondo a los mismos mecanismos y leyes biológicas que dirigen la conducta de los monos o los abejorros? ¿Eres un animal o no? ¿Qué puedes hacer que no pueda llegar a hacerlo un bicho (aunque sea en un grado mínimo)? Piénsalo.